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Porque tenemos Pesadillas?
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Quizás sería interesante preguntarnos primero ¿por qué dormimos?,
después ¿por qué soñamos? y, finalmente, ¿por qué tenemos pesadillas?


El giro de nuestro planeta y el hecho de gozar de
12 horas de luz diurna y 12 horas de oscuridad, ha impulsado a las diferentes
especies a adaptarse a tan drástico cambio, realizando su actividad en el
periodo que le ha sido más propicio (en nuestro caso el diurno) y dejando para
el otro la realización de otra serie de tareas.


Aunque ahora disponemos de luz artificial que nos
ilumina durante el periodo nocturno, nuestro reloj biológico nos impulsa a
dormir, pues hay una serie de funciones indispensables para nuestro cerebro y
nuestro organismo que solamente se llevan a cabo en el periodo de sueño.
Funciones reparadoras y restauradoras de mente y cuerpo.


Así, al dormir se inician unos procesos químicos por
los que nuestro cerebro se entrega a una actividad que en algunos momentos es
comparable a la de la vigilia. Mientras dormimos las redes neuronales
atraviesan cinco etapas diferentes que se repiten entre tres y cinco veces a lo
largo de la noche. Las cuatro primeras coinciden con la idea intuitiva que se
puede tener del descanso: la frecuencia cardiaca y el ritmo respiratorio
descienden y las ondas cerebrales se hacen más lentas. En cambio la quinta, la
fase de sueño paradójico o REM (rapid eye movement) es mucho más activa y se
caracteriza por un movimiento ocular rápido bajo los párpados, un aumento de
los ritmos cardiaco y respiratorio y un incremento notable de la actividad
cerebral. Es en este periodo, principalmente, cuando se lleva a cabo el proceso
de las ensoñaciones.


Comoquiera que el cerebro es un órgano muy complejo sobre el que apenas
llevamos un siglo de estudio, no se conoce el porqué de los sueños, aunque las
más modernas teorías de la neurología del sueño apuntan a que éste tiene un
importante papel en las funciones cognitivas más complejas, como la resolución
de problemas, la memoria y el aprendizaje y que lejos de corresponder a
actividades mentales aleatorias, se llevan a cabo procesos que mezclan
recuerdos, percepciones sensoriales y emociones, de tal manera que lo que se
persigue es la comprensión o asimilación de aquello que nos ocurre en el
periodo de vigilia.


Sea como fuere, el cerebro forma imágenes con el flujo
de información que recibe merced al incremento de actividad en la fase REM y
les intenta dar un significado coherente. Para ello las une en una especie de
secuencia a la que llamamos sueño.


Ahora bien, puede ocurrir que el sueño no sea
agradable, es decir, que cause desasosiego e incluso temor. Entonces este sueño
perturbador recibe el nombre de pesadilla.


Las situaciones estresantes que se producen durante el
día pueden convertir los sueños en pesadillas, buscando con ellas el cerebro
una forma de liberar las tensiones diarias. Por ello los niños —sumidos en un
continuo proceso de aprendizaje y adaptación— son tan proclives a padecerlas.

Tener pesadillas es algo tan normal como tener un sueño erótico por ejemplo,
pero un aumento reseñable en su frecuencia puede ser una señal de alarma de que
algo no va como debiera, que nuestro cerebro se enfrenta, a nivel inconsciente,
a una situación o problema que crea una tensión emocional de la que no puede
librarse. Relaciones tormentosas, traumas psicológicos, drogas y problemas
psiquiátricos suelen ser causa de pesadillas frecuentes y recurrentes. Aunque a
veces son simples reflejos de una situación delicada a la que no queremos
enfrentarnos y que, al evitarla, nos crea tensiones emocionales. En este caso,
nada mejor que enfrentarse a ella y resolverla en uno u otro sentido para que
las pesadillas desaparezcan.


Nota sabionda: Durante la fase REM se da
la curiosa circunstancia de que los músculos del sistema motor se "desconectan”
al bloquearse los impulsos motores. De lo contrario la persona escenificaría
sus sueños con movimientos corporales y si no existiera tal mecanismo, algunas
noches podrían ser físicamente más duras que correr la maratón.


Nota sabionda: Cada 90 minutos
aproximadamente, el cerebro alterna entre el sueño no REM y el sueño REM. En
cada ciclo la duración de la fase REM aumenta, por lo que el periodo más largo
ocurre por la mañana. Por ello es más fácil recordar esos sueños o pesadillas
si uno se despierta en ese
momento.



extraido de la web, desconozco el autor.

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