17:26
ATAQUE DE PANICO
Compartelo en facebook

El enfermo que sufre episodios de pánico se siente súbitamente
aterrorizado sin una
razón evidente para él mismo o para los demás.
Durante el ataque de pánico se
producen síntomas físicos muy intensos
como taquicardia, dificultad para respirar,
hiperventilación pulmonar,
temblores o mareos. Los ataques de pánico pueden
ocurrir en cualquier
momento o lugar sin previo aviso.

Durante un ataque de pánico o crisis de angustia se presenta al
individuo una súbita
aparición de un nivel elevado de ansiedad y
excitación fisiológica sin causa aparente.
La aparición de estos
episodios de miedo intenso es generalmente abrupta y suele no
tener un
claro desencadenante. Los ataques de pánico se manifiestan como
episodios
que irrumpen abrupta e inesperadamente sin causa aparente y se
acompañan de
síntomas asociados al miedo como hipertensión arterial,
taquicardia, dificultad
respiratoria, mareos e inestabilidad,
sudoración, vómitos o naúseas...
(síntomas coherentes con la emoción de
miedo que los provoca). Generalmente,
acompaña a la crisis una extrañeza
del yo junto a una percepción de irrealidad y
de no reconocimiento del
entorno.

Los ataques de pánico no duran mucho, pero son tan intensos que
parecen durar
una eternidad para el afectado. A menudo el individuo
siente que está en peligro
de muerte inminente y tiene una necesidad
imperativa de escapar de un lugar o
de una situación temida (aspecto
coherente con la emoción que el sujeto está
sintiendo). El hecho de no
poder escapar físicamente de la situación de miedo
extremo en que se
encuentra el afectado acentúa los síntomas de pánico sobremanera.
Experimentar un ataque de pánico es una terrible, incómoda e intensa
experiencia
que suele relacionarse con que la persona restrinja su
conducta, lo que puede conducir,
en casos, a adoptar conductas
limitativas para evitar la repetición de las crisis.
El trastorno puede
desembocar en agorafobia por miedo a presentar nuevas crisis
si se
presenta una fuerte conducta evitativa en el afectado.

A veces el fenómeno de crísis se reproduce durante el sueño.

La edad de inicio de este tipo de trastorno (entre 18 y 25 años la
mayoría de los casos
(DSM y CIE) puede hacer pensar en que el problema
esté relacionado con la
desvinculación y la autonomía personal. Al
parecer, el ataque de pánico se
desencadena, bien por factores externos -
como afrontar una situación que produzca
intranquilidad al sujeto- o
bien por factores internos que posiblemente tienen que ver
con
significados internos que pertenecen a la vida de la persona que los
sufre.

Definición



Según el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. (NIMH) los
ataques de pánico
son sensaciones repentinas de terror sin motivo
aparente que aparecen dentro del
denominado trastorno de pánico (uno de
los trastornos de la ansiedad).
En estos ataques pueden presentarse
síntomas físicos, tales como:

* Taquicardia

* Dolor en el pecho

* Dificultad para respirar

* Mareos

Por otro lado, la cuarta edición del Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos
mentales de la American Psychiatric
Association (DSM IV) contempla dentro de los
Criterios Diagnósticos de
los Trastornos Mentales varios aspectos para diagnósticar
la crisis de
angustia (ataque de pánico ). Concretamente, define el ataque de pánico

como una aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos,
acompañada
de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician
bruscamente y alcanzan
su máxima expresión en los primeros 10 min:

* 1. palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca

* 2. sudoración

Frente al miedo.



* 3. temblores o sacudidas

* 4. sensación de ahogo o falta de aliento

* 5. sensación de atragantarse

* 6. opresión o malestar torácico

* 7. náuseas o molestias abdominales

* 8. inestabilidad, mareo o desmayo

* 9. desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado
de uno mismo)

* 10. miedo a perder el control o volverse loco

* 11. miedo a morir

* 12. parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo) y

* 13. escalofríos o sofocaciones

No obstante, DSM IV no contempla el ataque de pánico como una enfermedad
codificada ni diagnosticable.

Trastorno de pánico



En el trastorno de pánico, la persona experimenta ataques de pánico
repetidos e
inesperados y sufre ansiedad persistente sobre la
posibilidad que los ataques de
pánico vuelvan a ocurrir. De las personas
que sufren ataques de pánico repetidos
y persistentes o que sienten una
fuerte ansiedad ante el hecho de sufrir otros
ataques se dice que
sufren un trastorno de pánico. El trastorno de pánico se
distingue de
otros tipos de trastorno de ansiedad en que los ataques de pánico
son
repentinos, inesperados y sin causa aparente.

Síntomas



En el ataque de pánico pueden presentarse uno o varios de los siguientes síntomas
físicos vinculados al miedo:

* Dolor en el pecho o taquicardias.

* Respiración forzada, arrítmica, apresurada y con síntomas de ahogo.

* Mareos

* Bajada de temperatura de las extremidades.

El pánico y el miedo a la muerte.



* Naúseas o vómitos

* Temblores, escalofríos, estremecimientos y hormigueo.

* Contracciones musculares.

* Sequedad en la boca y en el paladar.

* Sensibilidad a la luz (dilatación de pupila).

* Temblores o sacudidas

* Sudoración

* Opresión o malestar torácico

* Parestesias ('Sensación de hormigueo en las manos o en pies')

* Escalofríos

* Sensación de ahogo

* Sensación de atragantamiento

* Dificultades para hablar o comunicarse.

En la crisis también se presentan algunos de los siguientes miedos y sensaciones:

* Sensación de perder el control.

* Sensación de miedo a la muerte

* Miedo a descontrolarse, a enloquecer o a perder la razón.

* Despersonalización o desrealización. Percepción de irrealidad: sentirse a uno mismo
 y al entorno como si no fuera real

* Deseo imperativo de escapar del lugar, momento y situación en el que se producen
las crisis.

Es normal que, paradójicamente, estos episodios aparezcan en
momentos de relajación
del afectado, cuando la atención no está
capturada por ninguna situación exterior
importante. Por el contrario,
el hecho de que surja un motivo externo llamativo
para llamar la
atención puede eliminar los síntomas.

Hiperventilación



Durante el estado de alerta se altera la forma de respirar y la
velocidad a la que se
hace, como en toda situación en donde una persona
se sienta asustada.
Si en ese momento el cuerpo no consume la energía
para la que se ha preparado,
se puede producir una "hiperventilación"
que produce muchos de los incómodos
síntomas percibidos durante la
crisis:

* Mareos

* Quedarse sin aliento

* Nudo en la garganta

* Hormigueo o entumecimiento en las manos o los pies

* Náuseas

* Confusión.

El cambio en la forma de respirar puede limitar estos síntomas al
relajarse muchas
de las variables corporales. Además, el hecho de que la
persona perciba poder estar
haciendo algo para cuidarse a sí misma y
gestionar la crisis hace que se sienta algo
más segura, ya que percibe
poder controlar en algo en la situación.

Desrealización



Uno de los síntomas más terribles para los afectados es la
percepción de desrealización.
La desrealización es un cambio en la
percepción del entorno de un individuo, en donde
el mundo a su alrededor
parece irreal o desconocido.

Términos comúnmente usados para describir los síntomas y sensaciones de
Desrealización son los que siguen:

* Como ver através de un velo

* Una sensación de niebla en los sentidos

* Separado de sí mismo

* Estar atrapado en un vidrio

* Retraído

* Sentirse aislado o distante del entorno inmediato

* Ser un espectador de algún juego extraño y sin sentido

* Sin vida

* Como un sueño

Esta condición es directamente causada por y es síntoma de ansiedad.

Está causada por cambios que ocurren en la forma en que las señales
nerviosas son
procesadas por el cerebro durante los desordenes de
ansiedad.

El proceso de pánico



El pánico es una forma de miedo intenso en la que aparecen fenómenos
fisiológicos y
psicológicos coherentes con esa emoción. Según los
enfoques cognitivos, en el proceso
de pánico, una imagen mental, real o
imaginaria, desencadena un rápido proceso
que involucra al cerebro y al
cuerpo. La espiral creciente de sucesos de percepciones
de amenaza y
reacciones corporales de miedo que se producen en el organismo

desencadena una serie de síntomas que desembocan en una inminente
sensación de
pérdida de control por parte del afectado que parece
superar la voluntad y minar
instantáneamente la confianza y la seguridad
del individuo. Esta instantánea y gran
carencia de seguridad suele
provocar un gran deseo de huida y una amenazante
sensación de miedo a
morir, enloquecer o provocar una escena indeseada.
Según otros enfoques
de este problema, la sensación de miedo o pánico se desencadena
 debido a
cambios en la vida de la persona que sufre el ataque y a los
significados
atribuidos a dichos cambios. Estas personas tienen
dificultad para conectar dichos
cambios con la sensación de pánico, que
identifican en muchos casos como un
problema físico (ataque cardiaco,
asfixia, etc.).

Según los enfoque cognitivos-conductuales, una vez concebida la idea
que desencadena
el pánico, la crisis fisiológica y psicológica se
activa como consecuencia del círculo
creciente de percepciones mentales y
reacciones corporales de miedo.
Las reacciones fisiológicas
desencadenan nuevas percepciones de miedo que
incrementan las reacciones
del cuerpo de una manera cíclica y creciente.
La incapacidad del sujeto
para activar estrategias eficaces para detener el
fenómeno creciente
acaba desencadenando el denominado ataque de pánico.

Fases de la Crisis de Pánico



WILSON R. Reid describe dos etapas en el desarrollo de la crisis:

* En la primera etapa - ansiedad anticipatoria - existe una
comunicación
inconsciente entre la mente y el cuerpo. La mente considera
que se aproxima una
situación temida y estimula un proceso de
pensamiento cuando recuerda una
situación pasada difícil. En ese momento
la mente crea una imagen que indica
al cuerpo a que responda ahora como
si se estuvieran produciendo dificultades
pasadas. Con esta información
sobre crisis pasadas, la mente comienza a
cuestionarse su capacidad
para hacer frente a la crisis y se pregunta sobre su
capacidad para
hacer frente a la crisis. Estas preguntas instruyen al cuerpo para

prepararse contra cualquiera de las peores consecuencias posibles.
La
mente evoca imágenes en las que el sujeto no ha podido controlar el

episodio anteriormente y se envía un mensaje de protección al cuerpo .

* En la segunda etapa - el ataque de pánico - estos mensajes
entre mente y
cuerpo ya no son silenciosos, pero sus efectos son los
mismos.
Esto provoca sensaciones físicas que el cuerpo genera (como las
taquicardias).
El individuo afectado tiene miedo de los síntomas
percibidos e inconscientemente
emite instrucciones al cuerpo para
protegerse, con las cuales el cuerpo comienza a
"cambiar su química" con
el fin de protegerse de la emergencia. Sin embargo,
como no se trata de
una verdadera crisis física, no se puede utilizar correctamente
la
estrategia del organismo, preparado para la alerta, de una manera
eficaz.
Como consecuencia, se produce un aumento de los síntomas físicos
que a su vez
crea el ciclo auto-reforzado de percepciones de amenaza y
reacciones corporales
que se sufren durante el ataque de pánico

Fisiología del Pánico



Aunque estos episodios de miedo extremo pueden aparecer de manera
inesperada,
son considerados como parte de la respuesta evolutiva de los
seres vivos comúnmente
conocida como lucha o huida de utilidad en la
naturaleza.
En la crisis esta respuesta se produce fuera de contexto,
inundando el organismo de
hormonas (especialmente adrenalina y
noradrenalina) como ayuda en defensa propia
frente a una amenaza
percibida.

El miedo extremo produce cambios fisiológicos inmediatos: se
incrementa el
metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la
glucosa en sangre y la actividad
cerebral, así como la coagulación
sanguínea. El sistema inmunológico se detiene
(al igual que toda función
no esencial), la sangre fluye a los músculos mayores
(especialmente a
las extremidades inferiores en preparación para la huida) y
el corazón
bombea sangre a gran velocidad para trasportar hormonas a las células

(especialmente adrenalina y noradrenalina). También se producen
modificaciones
faciales: agrandamiento de los ojos para mejorar la
visión y dilatación de las pupilas
para facilitar la admisión de luz, la
frente se arruga y los labios se estiran
horizontalmente.

Cuando el sistema límbico fija su atención en una amenaza o una
percepción de
peligro (existente o no), los lóbulos frontales
(encargados de cambiar la
atención consciente de una cosa a otra) se
desactivan parcialmente.
Durante un ataque de pánico[2] la atención
consciente queda fijada en el
peligro inminente percibido.

El mecanismo del miedo. ¿Lucha o huida?.

Una imagen mental o real, aroma u otros estímulos pueden
desencadenar síntomas
fisiológicos de alerta en el cuerpo (ritmo
cardíaco, presión sanguínea, etc.).
Esta respuesta fisiológica adecuada
del cuerpo es interpretada por el sujeto como
una confirmación de la
amenaza y se produce una retroalimentación positiva del
miedo que impide
una valoración del auténtico riesgo por parte del afectado.
La cadena
de percepciones de la mente y reacciones del cuerpo se produce rápida y

secuencialmente en una escalada incontrolada que conlleva a la crisis.

Dado que los primeros ciclos de percepción y reacción se producen de
manera
inconsciente, el afectado se percata del hecho cuando los
síntomas han alcanzado
cierta intensidad. Esto sucede especialmente en
el caso de las fobias: la atención del
fóbico, incapaz de prestar
atención a otra cosa distinta de su percepción de amenaza,
magnifica
desproporcionadamente el peligro percibido.

Aspectos Psicológicos de la crisis.

La "trampa" del pánico



Muchos expertos e investigadores, incluyendo a los doctores David
Carbonell y
Giogio Nardone, describen los ataques de pánico y el
trastorno de pánico como
una trampa (muy eficaz) en dos ámbitos

fundamentales. En primer lugar, la trampa del que sufre una crisis
consiste en creer
que lo que está viviendo es peligroso (es decir, se va
a tener un ataque al corazón,
desmayo, locura, o "hacer algo
descontrolado"


cuando realmente un ataque de pánico
no presenta ningún peligro en
absoluto. En segundo lugar, los afectados caen en la
trampa de hacer
cualquier cosa que creen que les ayudará a evitar las crisis cuando
lo
que realmente hacen es empeorar los ataques de pánico. Estas actividades
incluyen
comportamientos de evitación, tratando de controlar los
ataques de pánico, luchar
contra ataques de pánico, caer en
supersticiones y rituales para evitar ataques de
pánico y tener un
exceso de autoprotección. Es decir, que lo que se hace para
enfrentarse a
los ataques de pánico, la mayoría de las veces lo perpetúa.
(Carbonell
2004).

En la "cárcel" del pánico.

Según Georgio Nardone y Federica Cagnoni (Arezzo), una experiencia
inicial, real o
imaginaria, puede introducir en la mente del sujeto una
nueva posibilidad de reacción
perceptiva: la del temor. A partir de esa
experiencia, todo lo que se lleva a cabo se hace
con el fin de
defenderse del peligro real o imaginario. Sin embargo, esa reacción no

funciona sino que por el contrario, se confirma aún más la amenaza, lo
que empeora
los efectos e induce una clásica situación de reacción de
pánico, tanto en términos de
la generalización del miedo en lo psíquico
como en la respuesta del comportamiento

En particular, se han identificado (Nardone, 1993, 2001) tres
intentos típicos de
soluciones llevadas a cabo por el sujeto: 1)
evitación, 2) solicitud de ayuda y 3) intento
de control.

* Evitación. El efecto de evitar, de hecho, representa una
afirmación para el individuo
 de la amenaza de la situación evitada que
prepara un comportamiento de sucesivas
conductas evasivas. Todo esto
tiene como único efecto el incremento del temor por
confirmar, pero
también incrementa el escepticismo con respecto a los propios
recursos,
aumentando de esta manera la fobia e incluso las reacciones.
De esa
forma, el trastorno se hace cada vez más invalidante y limitador.

* Solicitud de ayuda. Una vez que el círculo vicioso de la
evasión se activa,
la persona a menudo utiliza una segunda "estrategia"
que revela ser
contraproducente: la solicitud de ayuda, es decir, la
necesidad de estar siempre
acompañado y confortado por alguien que está
dispuesto a intervenir en caso de
crisis y de pánico al perder el
control. El efecto de esa solicitud es inicialmente el de
tranquilizar a
la persona afectada, pero poco a poco conduce a aumentar el miedo y
sus
consecuentes limitaciones. De hecho, esta posibilidad de tener a
alguien o algo
(una sustancia o medicamento) para intervenir rápidamente
en ayuda del que
sufre el temor, termina por confirmar que el afectado
es incapaz de enfrentar la
situación temida en primera persona y, por
tanto, ser capaz de manejar las
consecuencias. Incluso este proceso
tiende a generalizarse y lleva a la persona a
una forma grave del
trastorno fóbico basado en la lógica de ser dependendiente" y
no poder
controlarse.

* Intento de control. El control sobre el comportamiento
fisiológico y sus reacciones
redunda en un ciclo perceptivo-reactivo
para obligar a entrar al sujeto en acción a
fin de afrontar el miedo.
Pero en el intento de mantener el control a toda costa sobre
el propio
organismo y sus funciones psiquiátricas se experimenta una situación

paradójica: la focalización de la atención en las reacciones
fisiológicas
(latidos del corazón, respiración, equilibrio, etc) conduce
inevitablemente a una
alteración de algunas de las funciones
anteriores, lo que provoca un temor que a
cambio genera más
alteraciones, activando de esta forma un círculo vicioso en el
que "el
intento de control desemboca en una pérdida de control".

Cómo afrontar el pánico

La actitud frente al pánico

Afrontar el pánico requiere tiempo y paciencia para redefinir las
actitudes frente
al miedo extremo para enfrentarse al miedo y no
evitarlo.

La Asociación Madrileña de Agorafobia (AMADAG) proporciona 10 reglas para
afrontar una crisis de pánico:

* Recuerde que lo que siente no es más que la exageración de las reacciones normales
al estrés.

* No es ni dañino ni peligroso, solo desagradable. Nada peor puede pasar.

* No añada pensamientos alarmantes sobre lo que está pasando y lo que podría
ocurrir.

* Fíjese en lo que pasa a su cuerpo ahora, no en lo que Ud. teme que podría ocurrir.

* Espere y deje que pase el temor. No luche contra él. Acéptelo.

* Cuando Ud. deja de pensar cosas alarmantes el temor se extingue por sí solo.

* Recuerde que lo principal es aprender a afrontar el miedo, no a evitarlo. Esta es una
oportunidad para progresar.

* Piense en el progreso que ha hecho hasta ahora, a pesar de las
dificultades.
Piense en lo satisfecho que estará cuando supere este
momento.

* Cuando empiece a sentirse mejor, mire alrededor y piense lo que puede planear para
hacer después.

* Cuando esté listo para continuar, comience despacio, relajado. No necesita correr ni
esforzarse.

WILSON R. Reid defiende ocho actitudes de recuperación para afrontar
el pánico
frente a opciones como las técnicas específicas de
recuperación. Compara las ocho
actitudes más habituales de los enfermos
frente a actitudes que resultan más eficaces.

Actitudes habituales/Actitudes "curativas"

* "No puedo permitir que nadie lo sepa"/"No me avergüenzo".

* "El pánico es malo. Es el enemigo."/"¿Qué puedo aprender como estudiante del pánico?
* "Quiero evitar los síntomas"/"Quiero hacer frente a los síntomas para adquirir
conocimientos".

* "Tengo que descansar ahora"/"No me importa estar preocupado aquí y ahora".

* "Tengo que permanecer en alerta."/"No voy a permanecer en alerta contra la
ansiedad."

* "Esto es una prueba."/"Esto es la práctica."

* "Tengo que tener certeza de que no hay riesgos."/"Puedo tolerar la incertidumbre."

* "Será mejor que esto funcione."/"No importa si no funciona".



Categoría: VARIEDADES | Vistas: 1619 | Agregado por: ADMINISTRADOR | Valoración: 0.0/0
Total de comentarios: 0
Solamente los usuarios registrados pueden agregar comentarios.
[ Registrarse | Entrada ]