La relajación progresiva...con ejercicio
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La relajación progresiva


Introducción

La técnica de la relajación muscular profunda es debida a Edmond
Jacobson, un médico de Chicago que describió esta técnica en su libro
titulado relajación progresiva. Esta técnica está basada en la premisa
de que las respuestas del organismo a la ansiedad provocan pensamientos y
actos que comportan tensión muscular. La relajación muscular profunda
reduce la tensión fisiológica y es incompatible con la ansiedad: El
hábito de responder de una forma anula el hábito de responder de la
otra.

Con dicha técnica se han conseguido excelentes resultados en el
tratamiento de la tensión muscular, la ansiedad, el insomnio, la
depresión, la fatiga y otras dolencias. El tiempo necesario para su
entrenamiento es de una a dos semanas, a razón de sesiones de 15 minutos
diarios. Se recomienda el uso de una grabadora para su práctica y en el
fondo de las palabras una música suave y relajante.

Esta técnica le servirá de base para otras aplicaciones cognitivas como
la detención o cambio del pensamiento, la desensibilización sistemática o
la aserción encubierta.

Procedimiento básico

Póngase en una posición cómoda, cierre los ojos y deje el cuerpo libre
de tensiones. Cierre el puño derecho y apriételo más y más fuerte,
observando la tensión que se produce al hacerlo. Manténgalo cerrado y
fíjese en la tensión que se ha desarrollado en el puño, en la mano y en
el antebrazo. Ahora libere la tensión. Sienta la flacidez de su mano
derecha y compárela con la tensión que sentía hace unos segundos. Repita
de nuevo el proceso con su mano izquierda y por último hágalo con las
dos manos a la vez.

Ahora doble los codos y tense los bíceps. Ténselos tanto como pueda y
repare en la sensación de tensión. Relájese y estire los brazos. Déjelos
relajados y observe la diferencia.

Dirija su atención hacia la cabeza. Arrugue la frente tanto como pueda y
desarrúguela. Imagínese como toda la piel de su frente y de su cabeza
entera se ha ido estirando hasta ponerse completamente lisa, en el
momento en que se ha sentido relajado. Ahora frunza el entrecejo e
intente sentir cómo las venas se extienden por la frente. Relájese y
deje que la frente se ponga de nuevo lisa. Ahora cierre los ojos y
apriételos fuertemente. Observe la tensión. Relájelos y déjelos cerrados
suavemente. Ahora cierre la mandíbula, apretando con fuerza; note la
tensión que se produce en toda la zona. Libérela. Una vez relajada,
notará que los labios estarán ligeramente separados. Aprecie el
contraste real que hay entre el estado de tensión y el de relajación.
Ahora apriete la lengua contra el techo de la boca, es decir, contra el
paladar. Observe el dolor que se produce en la parte posterior de la
boca. Relájese. Ahora apriete los labios haciendo con ellos una "O".
Relájelos. Observe cómo su frente, sus ojos, su mandíbula, su lengua y
sus labios están, en este momento, relajados.

Desplace la cabeza hacia atrás tanto como pueda, sin hacerse daño.
Observe la tensión que aparece en el cuello. Gírela hacia la derecha y
fíjese en que se ha desplazado el foco dE tensión; ahora gire hacia la
izquierda. Enderece la cabeza y muévala ahora hacia delante, apretando
la barbilla contra el pecho. Observe la tensión que siente en la nuca.
Relájese dejando que la cabeza vuelva a una posición natural. Ahora
encoja los hombros. Encójalos hasta que la cabeza le quede hundida entre
ellos. Relájelos. Ahora bájelos y sienta como la relajación se extiende
al cuello, nuca y hombros; relajación pura, más y más profunda.

Dé a su cuerpo entero la oportunidad de relajarse. Sienta la comodidad y
la dureza. Ahora inspire y llene de aire los pulmones. Sostenga la
respiración. Observe la tensión que se produce. Ahora espire haciendo
que el tórax se deshinche y relaje, dejando que el aire vaya saliendo
poco a poco. Continue relajándose haciendo que la respiración se
produzca de una forma espontánea y agradable. Repita esto varias veces,
observando como la tensión va desapareciendo de su cuerpo a medida que
el aire va siendo espirado. Ahora tense el estómago y manténgalo así.
Note la tensión y luego relájese. Ahora coloque una mano en esta región.
Respire profundamente apretando la mano contra la pared del estómago.
Aguante y luego relájese. Perciba la diferencia que se produce al soltar
el aire. Ahora arquee la espalda sin llegar a hacerse daño. Mantenga el
resto del cuerpo tan relajado como pueda. Concentre su atención en la
parte más baja de la espalda. Ahora relájese más y más profundamente.

Tense la nalgas y los muslos. Para ello, contraiga los músculos
apretando con los talones hacia abajo, tan fuerte como pueda. Relájese y
sienta la diferencia. Flexione los dedos de los pies con fuerza para
que se tensen las pantorrillas. Estudie la tensión que se produce.
Libérela. Ahora extienda con fuerza los dedos dirigiendo las puntas
hacia arriba y sentirá con ello la contracción de los músculos de las
espinillas. Relájese otra vez. Sienta la sensación de pesadez en la
parte más baja del cuerpo, a medida que la relajación se va haciendo
profunda. Relaje los pies, los tobillos, las pantorrillas, las
espinillas, las rodillas, los muslos y las nalgas. Luego deje que la
relajación se extienda hasta el estómago, hasta la región lumbar y el
tórax. Deje que se extienda más y más. Siéntala en los hombros, en los
brazos y en las manos. Más y más profundamente. Sienta la sensación de
laxitud y relajación en el cuello, en la mandíbula y en todos los
músculos de la cara.

Llegado a este nivel profundo de relajación, le aconsejamos imaginarse a
sí mismo en un lugar tranquilo y sosegado en el cual puede disfrutar
plenamente de dicha sensación.
Categoría: Talleres | Agregado por: TerapiasDiarias (22.de Marzo.2011)
Vistas: 885 | Comentarios: 2
Total de comentarios: 2
1 Romina  
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Me encanto!!!!!!!! :)

2 TerapiasDiarias  
0 Spam
Gracias Romi smile

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