Compartelo en facebook Compartir las comidas en familia es un hábito que a veces perdemos por lo cargado de nuestras agendas y el ritmo de vida vertiginoso que llevamos. Pero cultivar este hábito es realmente importante para nutrir los vínculos familiares, y trae grandes beneficios para la salud física y emocional de toda la familia. dijo: - Los niños comen mejor: si sucumbimos a las comidas compradas en medio de días ajetreados, y a comer en el auto, camino a actividades extracurriculares o en lugares al paso de comida rápida no sólo nos perdemos comer en familia sino que los expertos nos alertan sobre la relación entre esto y los índices de obesidad infantil. Tomarse el tiempo de servir una cena casera compartida en la mesa familiar ayudará a los niños a tener hábitos más sanos con su alimentación. - Los padres comen mejor: lo que será bueno para nuestros hijos también lo será para nosotros. El hábito de comer en casa y en familia nos hará comer más saludablemente, mantener nuestro peso y no desarrollar hábitos nocivos al comer - Tiempo compartido: en la mesa familiar además de comer, pasamos tiempo juntos. Madres y padres tienen el desafío de equilibrar sus tiempos. Comer con nuestros hijos es una actividad simple que nos permitirá estar juntos, conversar y comer al mismo tiempo - Estar al día con los demás: especialmente con hijos adolescentes, el tiempo que ellos pasan fuera de casa impactará las horas compartidas con la familia. Fundar el hábito de comer en familia al menos una vez al día (usualmente desayuno o cena) les da a padres e hijos un momento para reconectarse entre sí y estar al tanto de lo que a todos les está pasando - Aprendizaje de buenos modales: los niños de hoy en día han perdido mucho los modales en la mesa. Probablemente a causa de las vidas ajetreadas y la frecuencia de las comidas rápidas o para llevar. Si cenamos en familia, podemos cultivar el que aprendan cómo poner una mesa, tener modales amables con las personas con las que comparten el alimento y practicar estos aprendizajes Ademas...
Compartir la mesa es el mejor plan que podemos hacer cada día en familia. Aunque cueste conciliar los horarios es importante que tengamos un tiempo al acabar la jornada para conversar de lo que cada uno ha hecho durante el día. Comer juntos no es únicamente saciar el hambre en torno a una mesa, sino que detrás de sentarse a la mesa en familia hay un significado mucho más trascendente, el de la comunicación, preocuparse por el otro, escuchar a los demás y expresar nuestros sentimientos para que nuestros hijos también aprendan a expresarlos. Por empezar, es fundamental que el televisor este apagado, así todos pueden centrarse en ese momento único sin distracciones. No es el momento de dar sermones, ni de dar la lata a nuestros hijos con los modales en la mesa, sino de pasarlo bien en familia y de ser positivos. Por más pequeños que sean nuestros hijos es importante que compartan la mesa. A mi pequeña le colocamos la trona en la cabecera y le encanta sentirse parte del clan. Es una forma de inculcar el buen hábito para toda la vida. La hora de la comida no tiene por qué ser un momento solemne, podemos convertirlo en un encuentro entretenido en torno a la comida, lo cual además ayuda a los niños a establecer una relación positiva con la comida y a comprender que comer es divertido. Muchas veces no tomamos conciencia de que un acto tan rutinario como sentarse a la mesa pueda ayudar a construir la personalidad de nuestros hijos. ¿Recordáis eso de que la felicidad en la vida es el recuerdo de buenos momentos? Bueno, compartir la mesa en familia puede convertirse en uno de ellos y perdurar en la memoria de nuestros pequeños como un momento feliz. Depende de nosotros.
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