Compartelo en facebook Por Mireya García Perez
Con frecuencia he escuchado a padres que están en una búsqueda de Luz, expresar el deseo de inculcar la forma de vida esotérica en la mente de sus hijos, para que crezcan conociendo los principios de las Leyes Universales, y puedan aplicarlas desde temprana edad, a los aconteceres de sus propias vidas. Cuando las enseñanzas esotéricas fueron prohibidas, en el pasado, los padres las trasmitían a sus hijos, mediante ejemplos sencillos que asimilaban fácilmente. No había, de ninguna manera, tanta información escrita como en la actualidad. Esta gran cantidad de información nos plantea nuevas responsabilidades como padres. Aunque, en mi opinión, los niños actuales son, en la mayoría de los casos, mucho más perceptibles de las Verdades Trascendentales, que sus mayores. En cualquier caso, no es necesario esperar a que el niño haga las primeras preguntas, para tomar la decisión para empezarles a explicar. Podemos empezar aplicando la Trinidad de Ideas: Principio, concepto y práctica. Como principios se puede explicar la Ley de Causa y Efecto, hablándoles de la responsabilidad ineludible que tiene cada quien de asumir totalmente las consecuencias de sus decisiones, sus pensamientos, sus palabras y acciones. El principio de la reencarnación, también se puede explicar en una forma muy sencilla, relacionándola a eventos ordinarios de la vida diaria, como cuando se les muere un gatito, explicarles que los cuerpos mueren, pero la verdadera personalidad que se halla adentro, con características tan particulares, nunca muere, sino que regresa nuevamente en otro cuerpo. El concepto del aura también se les puede explicar de forma sencilla, hablándoles de una Luz, o una estrella brillante que se expande alrededor del cuerpo de las personas. Esa luz es "el alma", que se hace mas brillante con los buenos pensamientos y las buenas acciones que se tengan durante el día. Cuando nos irritamos o hacemos algo que no está bien, esa luz se opaca. Y si continuamos así, la luz llegará a ser muy pequeñita. Por tan razón debemos permitirle que crezca y brille fuertemente para atraer vibraciones de felicidad y cosas bonitas hacia nuestras vidas. Los niños quedan verdaderamente fascinados cuando se empiezan a hacer conscientes de estas verdades. La práctica de la meditación es también muy importante que se realice desde edades tempranas. "El hallazgo de la luz dentro de uno mismo" resulta para los niños un juego divertido. Cuando ocurre una caída o sienten un dolor, es muy fácil decirles que cierren los ojos, que busquen esa luz interior y la envíen hacia la parte que les duele, al mismo tiempo que dan las gracias a Dios por hacerlos sentir mejor. No es necesario explicar conceptos esotéricos en términos difíciles, porque los niños no los captarían. La verdad es sencilla y así debe presentárseles. La forma de vida espiritual es una manera de vivir y no una colección de dogmas filosóficos para guardarse. Al enseñar a nuestros hijos a vivir de acuerdo a estos principios universales, estamos asegurando una generación de consciencias despiertas capaces de llevar una vida mucho más plena. No debemos permitir que se siga considerando estos principios como creencia oculta; nuestros hijos deben considerarlos como una sabiduría arcana al cual ellos tienen el privilegio de acceder. Que la utilicen sabiamente para guiar sus vidas, es la mejor compensación a nuestra labor de padres.
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