Vida después de la muerte
Compartelo en facebook



QUE
PASA AL MORIR


Una gran interrogativa es el qué pasa con nosotros al
morir. Se dice que la muerte es lo único que no tiene remedio, puesto que es
irreversible, pero (he aquí el pero) nos quedan muchas dudas, pues qué pasa
entonces con los fantasmas, espíritus, espectros, ¿qué son y de dónde vienen?


Así que me di a la tarea de ir indagando, entre
creencias y experiencias personales que mencionaré más adelante, y me llevaron
a concluir en algo realmente interesante y que es un pensamiento poco común:
que los seres humanos somos la unión de tres partes, que son: el cuerpo
(material), el alma, y el espíritu (sombra en algunas culturas). Al ocurrir la
fecundación, se unen el cuerpo y el alma, al momento de nacer, se une el
espíritu, que siempre es el terrestre, el externo, el corpóreo, y permanecen
así hasta la muerte, donde se separan. El futuro de cada uno se decide al
morir, y muchas veces está predeterminado por nuestras acciones y actos que
hicimos en vida.


¿Que son estas partes?

1.
Cuerpo: El cuerpo es lo que nos
permite estar en esta dimensión, es la parte tocable, material. Y
definitivamente pide un precio al morir: el descanso eterno, que se ha
catalogado que se logra al ganar la cruz de madera, es decir, la sepultura, un
punto interesante es analizar qué pasa con los distintos tipos de muerte.


2.
Alma: El alma es la parte prestada
de nuestra entidad completa. Se dice que pertenece a Dios, a la Naturaleza, al
Universo, a la Tierra misma, como quiera que se le nombre, y definitivamente
nosotros no influimos en ella con nuestro comportamiento, sino que ya es un
alma predeterminada y con características fijas.


3.
Espíritu: o sombra, como también se le
llama. Este sí lo fortalecemos o debilitamos con nuestras acciones en vida, y
termina pagando el precio a nuestros actos.


Hablemos
del cuerpo



Nuestro cuerpo es material, necesita alimento, agua, y
siempre tiene la necesidad de ser tocado, de ahí las sensaciones placenteras en
nuestra piel. Al satisfacer las necesidades de nuestro cuerpo alimentamos
nuestro espíritu, al comer, al beber, y sobre todo, al sentir afecto, nuestro
cuerpo se llena. De ahí la frase: "el comer bien y el ejercicio fortalecen
nuestro cuerpo y espíritu”.


Por el contrario, las acciones también de nuestro
cuerpo fortalecen o debilitan el alma, si nos comportamos mal, nuestra alma se
debilita, si hacemos el bien, el alma suma puntos y se fortalece.


En definitiva, nuestro cuerpo descansa al morir, pero
son nuestras acciones y experiencias en vida en base a sufrimientos y
satisfacciones, las que sirven para nutrir y fortalecer nuestra alma y
espíritu.


Hablemos
del alma


Nuestra alma es prestada, según indican las viejas
creencias, y es la que da la vida a nuestro cuerpo, pues aunque existiera el
cuerpo y el espíritu, sin alma no sería posible la vida misma. Como quien dice,
el alma es el don divino que nos da Dios (o como quieran nombrarlo, Naturaleza,
Universo, etc.), nos permite la vida, y se fortalece o debilita a la par de las
acciones buenas o malas de nuestro cuerpo.


en la vida, realizamos acciones "buenas” y acciones
"malas”, las cuales repercuten en nuestra alma. El portarnos "bien” hace que
nuestra alma se fortalezca, y el portarnos "mal”, hacen que nuestra alma se debilite,
aunque eso no implique debilitamiento del cuerpo en su salud. Un punto muy
importante es el que nosotros mismos calificamos nuestras acciones en buenas o
malas, los remordimientos son fundamentales en todo.


Un cuerpo saludable, vigoroso, tiene un alma sana, al
contrario, un cuerpo enfermizo tiene un alma debilitada, y si la enfermedad
avanza, el alma y el cuerpo terminan separándose conllevando directamente a la
muerte del cuerpo.


Al morir, el alma se separa del cuerpo y es la
encargada de "avisar” a las almas de sus familiares que ya está por partir, por
cierto, el ama tiene velocidad, y viaja más o menos a 8 km por día, no es mucho
considerando que apenas está reponiéndose de vivir en un cuerpo que con trabajo
caminaba a 2 km por hora, dependiendo la distancia de cada persona que desee
visitar, es el tiempo que tardará en llegar. También el alma conserva olores
que caracterizaron a la persona en vida.


Al descansar los restos del cuerpo, el alma viaja
hacia otra dimensión, sin olvidar la nuestra, en la que vivió un tiempo, tiene
misiones que cumplir como recoger a las demás almas olvidadas, ya sea de
familiares o de quien se le encomiende, para trasportarlas a un lugar más
cercano al Creador. También tiene la misión de cuidar y proteger a sus seres
más queridos, visitándolos en los momentos difíciles de estos o cuando quieren
ser recordados.


Hablemos
del espíritu



El espíritu es el que da la fuerza al cuerpo, y
viceversa, un cuerpo sano siempre es producto de tener un espíritu vigoroso y
fuerte.


Una mala alimentación, sedentarismo, y en general
daños en nuestra salud, debilitan el espíritu, un espíritu pobre o débil hace
que nuestra salud decaiga. Un punto muy importante es que el espíritu depende
demasiado de la energía que nos rodea, una energía debilitada por mala salud,
hace que nuestro espíritu decaiga. Hay que recordar que la energía que nos
rodea es un envoltorio que depende de nuestros hábitos y también de nuestras
acciones. Malas acciones conllevan a un alma pobre y una baja de energía que
hace que decaiga nuestro espíritu, el cual ocasiona que decaigan también las
defensas de nuestro cuerpo lo que conlleva a una mala salud.


Un cuerpo saludable, vigoroso, tiene un alma sana, al
contrario, un cuerpo enfermizo tiene un alma debilitada, y si la enfermedad
avanza, el alma y el cuerpo terminan separándose conllevando directamente a la
muerte del cuerpo.


Al morir, el espíritu no se separa del cuerpo hasta
que los restos de éste se dispongan de modo correcto. Si los restos del cuerpo
no son colocados en un lugar adecuado (en un panteón, en una iglesia o bajo
tierra fija) para su descanso eterno, el espíritu no puede separarse de él y no
puede "cruzar”, y si esto nunca ocurre, queda penando para toda la eternidad.


El espíritu, cuando el cuerpo muere, se separa de él
con mayor dificultad que el alma, y permanece por siempre en la tierra,
formando la sombra que muchas personas alcanzan a percibir de reojo, y primero
paga las consecuencias de los actos que cometimos con nuestro cuerpo, (es el que
padece el purgatorio como denominan comúnmente a la parte intermedia entre el
cielo y el infierno), cuando finalmente queda en equilibrio entre estos dos
lugares, el mismo decide en dónde quedarse y es lo que se denomina "descansó su
espíritu en paz”, y es la época en la que ya no se manifiesta a los demás y se
queda con algún familiar o alguna persona muy querida. También si no cumple su
equilibrio o no tiene con quien quedarse, queda penando para siempre en la
tierra, siempre con el riesgo de ser poseído por demonios, sometiéndose a su
voluntad y convirtiéndose en espíritus demoniacos.


Un espíritu que haya estado en un cuerpo que guardó un
buen equilibrio durante su vida, será sin duda un espíritu que no tardará en
descansar en paz en cuanto pague el precio de lo malo que haya hecho.


Diferentes
tipos de muerte


Como dicen: "qué más da el cómo morir, si al fin y al
cabo termina siendo el mismo final”. Esto se refiere a que independientemente
el cómo sea el episodio previo a la muerte del cuerpo, (tranquilo, accidentado,
violento, con sufrimiento), finalmente el cuerpo fallece de una u otra forma,
sin embargo, lo que verdaderamente importa es el qué pasa con el cuerpo
después.


El cuerpo pertenece a la Tierra, y a ella debe dar, ya
sea en cuerpo completo, en cenizas o como sea. El cuerpo pide reposo, en un
lugar en paz que proteja sus restos, no pide el ser guardado en una esquina de
la chimenea o en un cajón oscuro. Los restos del cuerpo deben ser siempre
colocados en Tierra, de preferencia en panteón, o bien también pueden ser
llevados a una Iglesia, donde también se consideran lugares sagrados y de
descanso ideal.


Los que son arrojados al agua, puesto que el agua es
móvil y tiende a separar los restos, y también los que son arrojadas o
esparcidas las cenizas en un monte o montaña (siempre a merced del viento),
tienden a penar un poco más que los que son colocados en lugares fijos, pero
finalmente encuentran el descanso. Pero aquellos que son guardados en lugares
incorrectos, nunca descansarán y corren con el riesgo que el alma no cruce al
otro lado, quedando a merced de entidades negativas que están a la caza de
estas almas, se dice que las convierten en esclavas llevándolas al inframundo
donde son forzadas a realizar el "trabajo pesado”. Aquí es donde un alma
después de un tiempo determinado, tiene la oportunidad de "reencarnar”, para
ver si en una nueva ocasión obtiene el descanso apropiado.


Conclusiones

Es de primordial interés el que cuidemos nuestro
cuerpo, alejándolo de vicios extremos que puedan dañar a nuestro espíritu
(gula, drogas, alcohol en exceso), y también el que realicemos acciones para
fortalecer nuestra alma, no quiero decir con esto en que nos comportemos como
santos toda la vida, pero al menos no realizar acciones malas (asesinar, robar,
defraudar), que nos resten puntos y después les cueste más trabajo a nuestra
alma para alcanzar su pase y cruzar al otro lado. Y también evitar los excesos
físicos que puedan dañar nuestro espíritu.


Experiencia
personal


Mi experiencia personal quisiera comentarla con
ustedes, puesto que, bueno, la vida es solo una y uno quisiera compartir
experiencias para que saquen ustedes sus propias conclusiones y así lleguen a
entender la importancia en que el ser humano reciba el descanso apropiado para
sus restos mortales, o cuerpo, para que así su alma y espíritu descansen
apropiadamente y terminen su misión.


Antes que nada quisiera aclarar que no soy de las
personas que ven espíritus, ni fantasmas ni nada por el estilo, no tengo un
sexto sentido que me permita adivinar las cosas ni nada por el estilo, aunque
sí debo decir que con frecuencia veo de reojo las sombras de personas
fallecidas, y esto creo que le pasa a la mayoría, así que soy del tipo común y
normal como la mayor parte de la población.


Mi padre falleció en 1996, fue incinerado y quedamos
entre hermanos que sus cenizas fueran a dar a las ruinas de Tajín, en Veracruz,
de donde era originario. Cabe destacar que no fue su voluntad, de hecho como
falleció sin decir qué quería, yo decidí ir a depositarlas ahí, puesto que era
un lugar que él se quedó con las ganas de conocer, y que mencionaba con
frecuencia (desconozco exactamente el porqué). Como es lo habitual en la mayor
parte de las familias (miren la película de "por la libre”, ahí básicamente
narra nuestra historia), nunca nos pusimos de acuerdo y yo guardaba sus cenizas
en una repisa del que había sido su cuarto.


Al poco tiempo, comencé a ver sombras en el
departamento en el que vivíamos, en un principio pensé que era normal debido a
que acababa de fallecer, sumida en mi pena, no hice caso. Como vivía sola, no
comenté a nadie esto.


Al poco tiempo, aproximadamente a los dos meses,
comencé a tener sueños en que venía a mi padre sobre un trozo de tierra a
manera de isla plana sobre un lago, en un día soleado, al fondo se visualizaba
tierra con pasto verde precioso con motas blancas, y un sol agradable, el lago
se veía tranquilo, y al fondo, había dos mujeres, una alta y una muy bajita,
que esperaban a lo lejos. Mi padre me veía fijamente sin hablarme.


Como las cenizas seguían ahí donde las había puesto, a
pesar de estar protegidas con una cruz que decoraba la urna en la que nos la
habían entregado, los sueños prosiguieron, a lo largo de los años, hasta que
comenzaron a hacerse cada vez más frecuentes y más pesados, en los que yo no
descansaba.


El escenario era el mismo, pero conforme avanzó el
tiempo, el clima de mi sueño comenzó a hacerse nublado, se veía gris el
panorama, el pasto había desaparecido, la tierra se veía oscura, sin alegría,
el lago se veía oscuro, como previniendo una tormenta, el cielo se veía oscuro,
con nubes grises, y lo más destacado es que la figura de las mujeres se iba
viendo más lejana cada vez, mientras que la figura de mi padre se iba acercando
cada vez más, a tal grado que ya veía nada más su cara y parte de su tórax, de
lo cercano que estaba, y su cara se veía enojada, con el gesto arrugado (y
créanme cuando les digo que el gesto enojado y el ceño fruncido de mi papá era
característico), como desaprobando algo.


Los sueños ya eran del diario, y para esto ya habían
pasado exactamente 7 años. Poco a poco comencé a cavilar el asunto y pensé que
era correcto que sus restos descansaran como era correcto, de modo que sepulté
sus cenizas, con una cruz debajo de ellas, sin la urna en la que venían, de
modo directo y en contacto con la tierra.


Los sueños inmediatamente desaparecieron, y no he
vuelto a soñarlos, de su fallecimiento ya pasaron 14 años. Pero yo no quedé
contenta, mi duda era si estaba descansando en paz finalmente o qué había
pasado.


Hace 3 años, en el 2007, falleció mi abuela paterna,
es decir, la mamá de mi papá, muy querida por mí y por todos, era muy activa,
muy bailadora, al fin veracruzana y muy alegre de carácter. Falleció de una
embolia secundaria a una operación de cadera a los 91 años. Fue sepultada en el
panteón de la ciudad. Exactamente a los 15 días de fallecida, me visitó en un
sueño, en el que estábamos casi todos los familiares vivos, entre ellos mis
hermanos, y ella llegó ante mí y me abrazó llorando, diciendo que no sabía el
porqué nadie la veía, excepto yo, que estaba viva aún, que no estaba muerta y
lloraba de tristeza de ver que ya no podía hablar con nadie. Cuando me desperté
sentí una opresión en el pecho al pensar que ella podía no saber que había
muerto y su alma estuviera penando en el departamento en que vivía. Y ni cómo
ir, no tenía ni el recurso económico ni las posibilidades para ir ahí y tratar
de que me escuchara, puesto que de donde vivía yo a donde había vivido ella
estaba muy retirado, en otro estado y pues, como no tengo dinero de sobra como
la mayoría de los mexicanos, me era imposible ir.


Así que apele al sentido divino y le dediqué una misa
en una iglesia cercana. No soy muy católica, pero tampoco le volteo la espalda
a Dios, de modo que fue el mejor modo de pedirle a El que por favor la sacara
de su error y le permitiera a su alma cruzar al otro lado, para que obtuviera
el descanso eterno.


Pasaron los días y los meses y ya no volví a soñar con
ella. De pronto me llegó a mi vida una etapa de depresión por la pérdida de mi
trabajo (que hasta la fecha no he logrado encontrar otro que se acomode a mi
horario), y de hecho lo tuve que dejar debido la dificultad en coordinar el
trabajo con mi esposo enfermo y mis dos pequeños. Actualmente gracias a Dios mi
esposo ya está bien y mis pequeños los cuido yo a mi gusto y sin estar pidiendo
favores, aunque sin trabajo y las consecuencias económicas que eso conlleva.


La depresión no me llegó tan duro, pero sí me puse
bastante melancólica, y en una de esas, por cierto mientras tendía la cama, me
puse a pensar en mi papá y me senté, sintiéndome triste pues me llegó la idea
de que él quizá finalmente su espíritu se había quedado para siempre con mi
hermana, la cual por cierto no es un alma de dios, sino todo lo contrario, y
realmente nunca lo quiso (como ven, la oveja negra de la familia, pues mi papa
era muy querido por mis dos hermanos y yo, a la par de mucha gente pues era de
un carácter muy agradable), pero finalmente cada quien decide con quien se
queda, y eso pensé yo, que quizá él se había quedado con ella. Esa misma noche
como a las 4 de la mañana me despertó uno de mis chiquitos que quería ir al
baño, así que medio dormida lo llevé y mientras esperaba a que terminara,
recordé el sueño que acaba de tener unos pocos minutos antes.


En él veía a mi padre de pie, con su gesto alegre y
sonriendo, muy luminoso, vestido con ropa muy clara, básicamente blanca, y al
lado, en una silla de tipo colonial, de madera, muy elegante, estaba sentada mi
abuela, que también estaba muy sonriente y contenta, mi papá me hablaba pero no
logré recordar lo que me dijo; sin embargo llegué a la conclusión de que él me
decía que no dudara de él, que siempre estaba ahí, junto a mí, y que ya no me
preocupara por mi abuelita, puesto que él ya había ido por ella, y la tenía a
su lado, contenta y feliz de estar con su hijo.


Como entenderán, en ese momento y aún cuando me
acuerdo de ello, me gana el sentimiento y mis ojos se me llenan de lágrimas, de
saber que aunque ya murieron, sus almas siguen ahí, vivas, y pienso en ellos
con frecuencia.


Y con ello pude constatar que sí hay vida después de
la muerte, y es para bien, en un lugar sin sufrimientos, lleno de luz y paz.


Otras
experiencias



Hablando de descansos eternos, otra experiencia fue
con una tía también muy querida, la hermana de mi padre, la cual falleció el
año pasado, en el 2010, secundario a una sépsis provocada por una prótesis de
rodilla. Ella fue incinerada y como falleció poco antes de su cumpleaños, mis
tíos esperaron a que fuera ese día y la llevaron, como siempre externó ella su
voluntad, a depositar sus cenizas en el mar de Veracruz.


A ella, a pesar de haber sido mi madrina de bautizo,
no recuerdo haberla soñado, pero sí recuerdo haberla sentido en presencia (lo
cual lo deduje pues su perfume me siguió por tres días) un tiempo después que
falleció. Me alegré mucho cuando la sentí y de hecho tengo el sentimiento que
se quedó aquí conmigo. Sin embargo ya no la he vuelto a sentir a ella ni la he
soñado ni sé como esté. Yo espero que esté bien y haya encontrado su descanso
eterno.


Otra experiencia le pasó a mi esposo, el cual perdió a
su mama por complicaciones de la diabetes, hace dos años. Yo la soñé (a pesar
de que era mi suegra, es decir, no familiar directo, pero me llevé bien con
ella) a los 10 días aproximadamente parada de pie sobre un pasto verde olivo,
con motas blancas, realmente el mismo panorama que el de mi papá, y es un
paisaje difícil de describir, pero es soleado con nubes discretas blanquecinas.
Estaba viendo hacia mí, que estaba un poco retirada de ella, y se notaba que
estaba regañando a sus otros dos hijos y a mi suegro, quizá porque nunca tuvo
el valor de regañarles en vida por todo lo que hacían y se fue con esa pena.


Bueno, pues hace poco más de un año, comenzó a soñarla
mi esposo, en donde él se veía que iba a fiestas con familiares y tomaba
alcohol en grandes cantidades (lo cual pues sí era real hasta ese entonces), y
ella le quería decir algo, pero no lograba hacerlo. Tuvo el sueño con relativa
frecuencia, pero él no hacía caso de dejar el alcohol y la dieta grasa que le
daba su hermana, pues yo no cocinaba. Como a los 2 meses de esos sueños,
comenzó con problemas cardiacos con riesgo de tener un infarto masivo, así que
lo llevé con cardiólogo y salió del problema con medicamento y una dieta
adecuada. Actualmente aún está en revisión pero al parecer no pasó a mayores.
Cuando él comenzó a curarse, dejó de soñarla. Yo no recuerdo haberla soñado
después.


Como ven, nuestros familiares siguen con nosotros de
modo no constante, pero perciben nuestros problemas y riesgos de perder la vida
o de tener alguna tragedia, lo que nos lleva a reflexionar sobre ello.




Categoría: Notas | Agregado por: ADMINISTRADOR (08.de Octubre.2011)
Vistas: 873
Total de comentarios: 0
Solamente los usuarios registrados pueden agregar comentarios.
[ Registrarse | Entrada ]