Soltando las Heridas
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" Ningún ser humano
puede vivir con amargura porque la amargura es veneno contra el alma y que el
perdón acarrea la sanidad de Dios en nuestra vida. Textos (Mateo 18: 21-22)
(Efesios 4:31-32)




Ningún persona puede ser un mensajero de paz llevando
amargura en su corazón, porque la amargura es veneno para el alma.


Y un mensajero de paz, debe establecer la paz en su
hogar, en su trabajo, en la iglesia, en cualquier lado donde se encuentre.


La amargura, puede transformar completamente el
carácter de una persona; habrá en él: Dureza, severidad, rencor y odio, y por
lo tanto, no será posible que su rostro, su corazón, su alma, todo su ser,
reflejen la paz de Jesucristo. En vez de ser un mensajero de paz, será un
mensajero de la amargura.


El veneno de la amargura se manifiesta al hablar ya
que el tema de conversación será las ofensas y las heridas sufridas.


La amargura produce en la persona los deseos de
venganza en contra de aquellos considerados como los causantes y responsables
de la herida.


La raíz de amargura se detecta, primeramente a través
de lo que la persona dice y luego, en sus actitudes y acciones. Un espíritu
amargo es difícil de tolerar, a menos que uno mismo lo posea.


1. ¿CÓMO SE ORIGINA LA AMARGURA?

Según el diccionario, la palabra amargura significa:
Aflicción, sinsabor, disgusto, pesadumbre, melancolía. Y se origina de la
siguiente manera:


Se recibe una ofensa y no se perdona.

Al no perdonar, la ofensa se traduce en Ira.

Posteriormente, la Ira se traduce en resentimiento.

Y el resentimiento da lugar a la amargura.

Sí la amargura no la eliminamos, le dará paso a la
depresión.


De allí que la Biblia, como el manual de la vida, nos invita
a perdonar cuando hemos recibido una ofensa.


En una ocasión, el apóstol Pedro, le preguntó a Jesús:
¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús
le dijo: No te digo hasta siete, sino aún hasta 70 veces siete (Mateo 18:
21-22) El apóstol San Pablo escribió en su epístola a los cristianos de efeso,
lo siguiente: Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería,
calumnias y toda malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con
otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo
(Efesios 4:31-32)


De acuerdo con el mandato del apóstol, el vivir la
vida cristiana no consiste en observar una lista de prohibiciones, sino en
cultivar virtudes positivas , desechando las negativas


En el griego, la traducción mas acertada para la
palabra " sean " es: Sigan demostrando ser benignos o bondadosos.
Misericordiosos, significa: De corazón tierno. Perdónense mutuamente: La única
manera de perdonar es por medio del perdón Divino que nosotros mismos hemos
recibido ya de Cristo.


RECUERDE ;Sí hemos recibido el perdón, también debemos
darlo a los que nos ofenden.


La amargura deja en las personas una secuela de
relaciones destruidas.


A la persona amargada le preocupa muy poco interrumpir
la amistad con una persona; así mismo, con frecuencia manifiesta dureza y
severidad. El precio de la amargura es muy alto, no hay quien sobreviva a su
veneno. Al estar encerrada en si misma, la persona amargada es invadida por la
soledad.


2. LAS CONSECUENCIAS DE LA AMARGURA.

La Biblia enseña que las relaciones interrumpidas
provocan obscuridad a la vida. El apóstol Juan escribió: Pero el que aborrece a
su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a donde va, porque
las tinieblas le han cegado los ojos (1 Juan 2:11)


El rechazo puede entregarnos en manos del odio. Cuando
hay odio, las tinieblas llegan y el rumbo se pierde. Se pierde la perspectiva
de la vida y todas las relaciones son distorsionadas.


El juicio se vuelve defectuoso

La ruptura de relaciones lleva a la persona a ser
insensible. La dureza empieza a invadir el alma.


La persona se vuelve inconsciente de las heridas que
pueda estar causando a los demás, a través de palabras, acciones y actitudes.
La persona encerrada en sí misma, la influyen sentimientos egocéntricos y no
considera los sentimientos y necesidades de otros.


Este endurecimiento del alma lleva a la persona a
perder la capacidad de sentir y el alma que no siente está muerta.


Esta raíz de amargura no solo contamina a la persona
que la lleva, sino a todos aquellos que lo rodean.


Esta advertencia quedó clara de parte del autor de la
epístola a los Hebreos: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la
gracia de Dios; que brotando alguna raízde amargura, os estorbe, y por ella,
muchos sean contaminados (Hebreos 12:15).


3. SOLTANDO LAS HERIDAS.

Proverbios del Rey Salomón, capítulo 16: Con
misericordia y verdad, se corrige el pecado (Verso 6) Cuando los caminos del
hombre son agradables a Dios, aún a sus enemigos hace estar en paz con él
(Verso 7) Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la
altivez de espíritu (Verso 18) Mejor es humillar el espíritu con los humildes
que repartir despojos con los soberbios (Verso 19) Hay camino que parece
derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte (Verso 25) En este capítulo,
el Rey Salomón instó a entender que la verdadera libertad es posible solo
dentro de la esfera de una vida centrada en Dios, para lo cual el nos creó. Por
contra, la esclavitud viene ineludiblemente a todo aquel que ignora de verdad
de Dios. La esclavitud llega cuando nos dejamos gobernar por la rebeldía, el
orgullo, la arrogancia, los pleitos, y los conflictos maliciosos. Por todo
esto, Jesús dejó estipulado que el vino a darnos la libertad que todo ser
humano necesita.


4. UN PASAJE BIBLICO QUE NOS PUEDE AYUDAR.

La continuación del pasaje que ya mencionamos, cuando
Pedro pregunta a Jesús hasta cuantas veces debe perdonar, es el siguiente:


Por eso, el reino de los cielos se parece a un rey que
quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al comenzar a hacerlo, se le presentó
uno que le debía muchos millones. Como aquel funcionario no tenía con que
pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus
hijos y todo lo que tenía, para que quedara pagada la deuda. El funcionario se
arrodilló delante del rey y le rogó: Tenga usted paciencia conmigo y se lo
pagaré todo. Y el rey tuvo compasión de él; así que le perdonó la deuda y lo
puso en libertad. Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero
suyo al que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró por el cuello y empezó a
estrangularlo, diciéndole: !Págame lo que me debes! El compañero,
arrodillándose delante de él, le rogó diciéndole: Ten paciencia conmigo y yo te
lo pagaré todo. Pero el otro no quiso, sino que lo hizo meter en la cárcel
hasta que le pagara la deuda. Esto dolió mucho a los otros funcionarios, que
fueron a contarle al rey todo lo sucedido. Entonces el rey lo mandó llamar, y
le dijo: !Malvado! Yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste. Pues
tu también debiste tener compasión de tu compañero, del modo que yo tuve
compasión de ti. Y tanto se enojó el rey que ordenó castigarlo hasta que pagara
todo lo que debía. Y Jesús añadió: Así hará también con ustedes mi Padre
celestial, si cada uno de ustedes no perdona de corazón a su hermano (Mateo
18:23-35)


En este pasaje hay algunas palabras clave:

Le perdonó la deuda y lo puso en libertad. La palabra
perdón en el griego, tiene un significado literal de dejar ir, remitir,
cancelar. La palabra libertad, en griego también significa: Soltar, descargar a
alguien de algo. Y estas palabras nos llevan a los pasos que tenemos que dar
para despojarnos de las heridas, el resentimiento y la amargura:


Perdona las ofensas recibidas. (Padre nuestro). El
perdón libera al ofensor de todo lo que debe. El amor cristiano manifestado,
libera a la persona ofendida del peso del dolor. El verdadero cristiano (hijo
de Dios), sabe que perdonar es la voluntad de Dios y sabe que sí lo pide, Dios
lo llenará de Su amor para que pueda compartirlo con el ofensor. Cuando no
perdonamos, liberamos la acción del tormento y comenzamos a ser atormentados.
El tormento es la amargura por no perdonar, el resentimiento que nos azota, la
falta de sueño, el odio, el desajuste físico, y sobre todo, la falta de
comunión con Dios. Mientras nos mantengamos sujetos a las heridas que otros nos
causaron, permaneceremos sujetos al pasado. No tenemos la libertad para vivir
en el presente. La amargura del pasado, influye en las relaciones del presente.
Al retener el pecado de la otra persona, nos hacemos semejantes a ella.


Libera o suelta a la(s) persona(s) que te haya(n)
ofendido de toda responsabilidad y obligaciones de las que crees tener derecho.
Al perdonar estamos desatando al ofensor. Esta es la llave para tu libertad, de
lo contrario permanecerás atado a él. Cada que lo veas o te enfrentes con él o
sepas algo de él, el odio, el rencor y el resentimiento aparecerán y estarás
preso, atado a él y no tendrás la libertad que todo ser humano necesita para
ver la vida con esperanza y amor. Sí no concedemos la libertad o soltamos al
ofensor, estaremos frenando la obra de Dios en nosotros porque no estamos
listos para continuar en el desarrollo de la vida cristiana.


Estamos frenando a Dios, el tampoco nos podrá conceder
el perdón que necesitamos para sentir y experimentar la verdadera libertad.
Recuerda: ¡Libera y perdona a quien te ha ofendido, y Dios te liberará de la
herida! Sí no lo haces, estarás preso en tu pecado.

Categoría: Autoestima | Agregado por: ADMINISTRADOR (08.de Octubre.2011)
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