Signos y Sintomas de cuerpo-El Cuerpo Habla por si solo-
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El cuerpo habla y se comunica por
medio de signos y sintomas, dando a luz lo que esta profundo en nuestro ser.



Ante la
incapacidad de expresar ciertos sentimientos o la vivencia de situaciones
traumáticas es nuestro organismo el que toma la palabra y la exterioriza en el
doloroso lenguaje de la enfermedad



El cuerpo
habla. A través del intercambio de sustancias químicas que recorren complicados
mapas internos construye mensajes que van más allá de la química. Así, la
angustia se transforma en úlcera y un duelo deriva en infarto. Durante siglos,
la mente y el cuerpo fueron una pareja despareja que sufrió innumerables
uniones y fragmentaciones, y su articulación no ha sido sencilla a lo largo de
la historia del pensamiento científico.



La visión
del cuerpo, y en consecuencia de la enfermedad que se expresa a través de éste,
varía de acuerdo a los modelos conceptuales. La concepción biomédica
reduccionista implica al método analítico de Descartes, que consiste en la
descomposición de pensamientos y problemas en sus elementos constitutivos y su
consiguiente clasificación siguiendo un orden lógico. El cuerpo queda reducido
a una máquina, como así quedan reducidas a operaciones mecánicas las funciones
biológicas de los organismos vivientes. Descartes afirma: "Yo considero
que el cuerpo humano es una máquina. Mi pensamiento confronta la idea de un
hombre enfermo y un reloj mal construido, con mi idea de un hombre sano y un
reloj bien construido".



Como el
desencadenante puede ser tanto psíquico como corporal, es indispensable
distinguir el motor de la enfermedad para desactivarlo y encarar medidas
terapéuticas integrales capaces de reequilibrar todas las alteraciones, tanto
físicas como emocionales.



Todas
estas consideraciones nos llevan a evaluar el trastorno psicosomático como un
fenómeno complejo, que no se deja constreñir por las dicotomías reduccionistas
de los modelos científicos clásicos, sino que requiere un enfoque nuevo, capaz
de dar razón de todos los componentes en juego y la circularidad sistémica que
los correlaciona. Desde esta perspectiva el término "psicosomático"
resulta obsoleto, si se reduce sólo a una clase específica de fenómenos; dicho
término propone más bien un paradigma general de toda manifestación humana,
tanto en la enfermedad como en la salud.



Pero esta
acepción más amplia se basa en una óptica de la complejidad, reconociendo una
multiplicidad de niveles que son, al mismo tiempo, autónomos e
interrelacionados. En esta dimensión las contraposiciones dicotómicas
cartesianas de mente- cuerpo, biológico-psicológico, natural-cultural,
individual-familiar, pierden su significado. Desde este posible paradigma
entonces, la mente puede enviarnos al cuerpo para reencontrarlo, la psique al
soma, la naturaleza a la cultura, y el individuo a su grupo de pertenencia.



Pero
aceptar la óptica de la complejidad significa una pluralidad de puntos de
vista, o sea, una multiplicación de modelos interpretativos. A esta crítica no
se sustrae el modelo sistémico, especialmente cuando se lo identifica con un
modelo holístico, peligrosamente omnicomprensivo, de la realidad. Por este
camino se puede volver a caer, paradójicamente, en "la jaula del
reduccionismo".



El
enfoque sistémico debe ser concebido y utilizado como capaz de establecer
correlaciones recursivas entre diferentes niveles de realidad, -del biológico
al psicológico, del relacional al social- cada uno de los cuales mantiene su
autonomía y especificidad, y puede requerir instrumentos de indagación
específicos. Aceptar la complejidad sugiere renunciar al "modelo" al
"lugar fundamental" de la observación.



Hablar de
orientación sistémica, no quiere decir sustituir un modelo por otro, sino más
bien indicar un método que pueda abrir camino a una nueva epistemología: "la
epistemología de la complejidad". Afrontar este pasaje que comporta el
abandono del modelo, y en consecuencia la renuncia a muchas certezas
adquiridas, es sin ninguna duda un proceso fatigoso y a menudo doloroso, pero
también puede ser extremadamente fecundo y producir así, el nacimiento de una
"nueva racionalidad".



Yo arrojo un balón contra una pared y él vuelve con la misma
fuerza.

En relación al ser, si arrojo pensamientos, palabras o acciones
hacia afuera, ellos vuelven con la misma intensidad."

Categoría: Cuerpo y Mente | Agregado por: ADMINISTRADOR (25.de Julio.2011)
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