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Podemos preguntarnos qué queremos de nuestras vidas, qué metas tenemos, qué haremos, , dónde vamos a estar, cuál será nuestra situación de aquí a dos o tres años. Sabemos que muchas veces las circunstancias externas limitarán nuestra capacidad y posibilidad para alcanzar las metas y trazarnos objetivos, sobre todo en aquellas cosas que están fuera de nuestro control. A la vez nos damos cuenta que las personas que sufren menos del vacío existencial tienen sentido de propósito en la vida, saben por qué viven, saben lo que quieren, saben a dónde desean ir y esto no es necesariamente soñar despiertos.
Existe una gran diferencia entre lo que es tener metas y soñar despiertos. Algunas personas lo que hacen es efectivamente soñar despiertos, porque no tienen objetivos, no tienen un plan de acción para llegar a alcanzar esas metas que desean. Otras personas sin embargo, saben lo que quieren de la vida, tienen sentido de propósito y orientación y continuamente funcionan a base de metas.
Las metas son también indicios de que sabemos estructurar nuestras vidas y nuestro tiempo. Requieren responsabilidad y dedicación, pero sabemos que la vida de aquellas personas que se trazan metas es mucho más efectiva que las de aquellas que simplemente viven de acuerdo a lo que la vida les trae.
Debemos tener metas a corto y a largo plazo. Las metas inmediatas de una semana o un mes, porque son aquellas cosas que nos mantienen creativamente vivos y también nos brindan la satisfacción de que una vez que las alcancemos, nos sentiremos satisfechos y a gusto con nosotros mismos. Las metas a largo plazo nos darán un sentido de propósito mayor en nuestras vidas y esperanzas de un futuro mejor. Son metas para de aquí a 2, 3 ó 4 años.
Las metas a corto plazo pueden ser tan sencillas como reparar un desperfecto que exista en la casa, invitar a unos amigos a cenar, prepararnos para un examen específico que tengamos en la escuela o la universidad, etc. Las metas a largo plazo podrían ser el estudiar una carrera, planear vivir en algún lugar, etc.
Las metas necesitan dos cosas: primero que sean realistas, o sea, que no estén muy lejos de nuestro alcance y en segundo lugar que sean desafiantes; tampoco demasiado fáciles que no exijan de nosotros nuestro esfuerzo. Para llevar a cabo nuestras metas primero que todo debemos decidir si la misma es apropiada o no, si es realista, si está a nuestro alcance y también si es desafiante, si exigirá algo de nosotros. En segundo lugar, cuando estemos tratando con metas a largo plazo, recordaremos que son metas generales y no debemos ser específicos en ellas, porque las metas a largo plazo no se pueden definir de forma tan particular. Podemos caer en un descontrol tremendo, precisando una meta que en realidad no sea tan importante en el contexto general de nuestra vida. No debemos olvidar que tenemos menos influencia sobre el futuro mientras más alejado esté en el tiempo.
En tercer lugar, una vez que hemos seleccionado la meta, analicemos la mejor forma de alcanzarla, sobre todo en aquellas que son a largo plazo. En las metas a corto plazo comenzaremos a trabajar inmediatamente. También deben ser realistas, sin embargo, a diferencia de las metas a largo plazo, estas deben ser específicas. Debemos planear la mejor forma de llegar a alcanzarlas y si fracasamos, no darle mayor importancia de la que tienen y seguir adelante con nuestros objetivos.
El ser humano necesita metas para vivir. La persona que vive sin metas, vive sin motivación. Experimentamos una alegría profunda cuando alcanzamos una meta, por pequeña o insignificante que esta sea. Ello nos dará el deseo y la motivación para seguir alcanzando otros objetivos en la vida. Los psicólogos que trabajan en el área de planear metas, dicen que nuestro comportamiento y forma de pensar se ve afectado de forma muy efectiva cuando planeamos objetivos sabiendo lo que queremos. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de vivir de la forma más efectiva posible y en las metas encontramos la vía para ser bien efectivos en planificar nuestras vidas.
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