La muerte del alma
Compartelo en facebook

Con la serenidad de quien sabe que tan sólo es
el tránsito del alma hacia su verdadera patria, así afrontaba el trance
Sócrates: "Morir es un cambio de existencia, y para el alma una migración
de este mundo hacia otro". Para Platón, el cuerpo era la prisión del
espíritu, de la que escapa con la muerte. Sin embargo, para Aristóteles, cuerpo
y alma conviven indisolublemente, y en el instante final, ambos desaparecen.

Y si tres son los filósofos que divergen respecto al alma, tres también son las
grandes religiones monoteístas que hacen lo propio. Judíos, cristianos y
musulmanes comparten la creencia en una supervivencia del alma, si bien cada
uno presenta una visión del cielo diferente. A estos tres grandes cultos, hay
que añadir los que no comparten esa visión del Dios único, como en Oriente o en
la religión hindú. Los fieles de esta creencia están convencidos de la
transmigración de las almas, tal como lo refleja el libro sagrado Bhagavad Gita
-El canto del señor- en el cual se explica que Krishna enseñó al guerrero
Arjuna que cuando muere el cuerpo, el alma sigue con vida y encarna en otro
mortal, planteando así el dogma de la rueda de reencarnaciones.

Tumba Algo parecido ocurre en el budismo. "No le doy importancia al lugar
en donde voy a morir. En donde esté la conciencia... ¡Ese será el lugar!",
dijo poco antes de fallecer el lama Gueshe Tamding Gyatso al guía espiritual
Acharya Migmar Tsering, del centro de estudios budistas "Jardín Alegre"
de Mallorca, que nos explicó como el lama entró en meditación una mañana; en
meditación profunda... "Los asistentes se dieron cuenta de que no
respiraba; su rostro mostraba una apariencia apacible: las señales de un
verdadero bodavista", es decir, de un iluminado. Su cuerpo murió así, y su
alma, como deseaba, se integró en la conciencia.

Desde que el hombre es tal, la muerte ha sido objeto de temor y de ritualidad.
Se creía que los enterramientos habían empezado a ejecutarse 35.000 años atrás,
aunque ahora se sabe que ya se hacían en Atapuerca hace 400.000 años. El
hombre, cuando desarrolló la mente simbólica, comenzó a tomar consciencia del
significado de la muerte, y eso ocurrió hace mucho tiempo. Pero como tales, las
primeras sepulturas datan del Neolítico, hace 10.000 años. En ese período de
tiempo, a los muertos se les asegura una estancia estable y protegida; se
tapian las grutas en las que el cuerpo es depositado bajo túmulos, dólmenes o
monumentos funerarios que son, en cierto modo, los primeros cementerios.

Cuando surgen las primeras civilizaciones, esos cultos no hacen sino asentarse
en las emergentes sociedades. Sin ir más lejos, los romanos, que no eran muy
dados a entrar en disposiciones filosóficas no metafísicas sí creían en la
supervivencia del alma; así, para ellos, era necesario que el cuerpo del
difunto, o bien fuera incinerado o bien sepultado en un sarcófago o ataúd de
piedra siete días después del deceso. Durante esa semana, los familiares del
difunto se dirigían al fallecido como si estuviese vivo; al no responder, se
daba por segura la muerte.


||DESDE LOS ALBORES DE
LA CIVILIZACIÓN||




Durante el dominio romano, los primeros cristianos añadieron ya a esos cultos
su propia RIPinfluencia. Algunas sectas heréticas de la época llegaron a
cometer suicidio colectivo cuando fueron objeto de persecución, o incluso a
enterrarse vivos o a morir de hambre voluntariamente. Sin embargo, la mayor
parte de ellos consideraba a la muerte como un proceso inevitable y natural que
formaba parte de la vida. Algunos incluso la ensalzaban, como era el caso de
los esenios, que según Flavio Josefo mantenían la idea de que el cuerpo es
corruptible mientras que el alma es inmortal e imperecedera. De este modo, al
igual que decía Filón, la muerte libera el alma de la prisión material.

Otra de las culturas clásicas, la griega, hizo una convención social de las
procesiones con el cuerpo del difunto, que depositado en un féretro recorría
las calles camino del lugar en el cual sería incinerado. Éstas iban encabezadas
por un trompetero que tocaba su instrumento al oído del fallecido... por si
acaso "respiraba" todavía. Era la última oportunidad que tenía para
demostrar que continuaba entre los vivos. Anteriormente, los egipcios ya habían
hecho gala de un complejo ritual en relación a la muerte. Más apegados a lo
material, sentían que era necesario proteger el cuerpo de forma minuciosa,
razón por la cual desarrollaron el proceso de momificación. Así, se protegía al
muerto de cara a un largo viaje para el cual, al finado le colocaban amuletos
protectores.



||EL CUERPO MATERIAL, ¿UNA ENVOLTURA?||



¿Y en el resto de África? "La muerte es vista por el africano como una
etapa de renovación del hombre, un camino hacia el más allá, que es un lugar de
tránsito", escribe el africanista Louis Vicente Thomas. "La mayoría
de las tribus reconocen la transmigración; no retienen al difunto, sino que le
autorizan a regresar a la tierra e iniciar un nuevo círculo vital", añade.


Es sorprendente saber que sólo las comunidades cristianas y musulmanas disponen
de cementerios propios. En otras culturas se deshacen de las víctimas. Por
ejemplo, en la India o en el Nepal, como asegura el padre José Cardoso Linares,
sociólogo que ha viajado por medio mundo y que todavía recuerda como "arrojan
las cenizas de los cuerpos que antes han incinerado al río Benarés". Por
aquellos lares, la cremación es una práctica común, síntoma quizá del desapego
por lo material: "Vimos un espectáculo tétrico, en el que asan al difunto
hasta que de él sólo quedan los huesos", recuerda Cardoso Linares, que no
puede dejar de recordar el olor a carne quemada que invadió el ambiente. ¿Por
qué hacen aquello? Quizá a consecuencia de la creencia en la transmigración de
las almas. Si es así, qué importa el destino de lo material.

La eutanasia es una práctica más habitual de lo que se piensa en los pueblos de
tradición. Pocos hombres occidentales saben más de la muerte que el antropólogo
forense Reverte Coma . "Estoy constantemente cerca de la muerte",
dice, después de haber practicado miles de autopsias a cuerpos sin vida. Pero
él lo tiene claro; sólo son eso, cuerpos sin vida: "La materia es una
especie de envoltura. Para entendernos, la muerte es como la metamorfosis del
gusano de seda en una mariposa; el individuo se deshace de su cubierta
exterior, que le ha servido durante ochenta o cien años". Acostumbrado a
convivir con la muerte, tal y como se interpreta en Occidente, ha viajado por
medio mundo buscando cómo se enfrentan a ella en otros pueblos. Recuerda el
caso "de los chamanes de los indios cuna, que dan a los pacientes sin
remedio una medicina que se llama idalo que causa la muerte en cinco
minutos". Algo parecido se encontró en Matto Grosso, en donde los indios
golpean la cabeza del enfermo terminal. "Es un proceso rápido", nos
apunta. Pero no único. En Sudamérica la figura de la "despeñadora" es
toda una institución: "Se estrangula al enfermo, se le asfixia... y así no
padece más". Una fórmula parecida la practican los nativos borodos. Aquí
es el hijo del anciano, cuando sus males ya no tienen vuelta atrás, el que se
encarga de ahogar al padre: "Lo dejan allí metido en el agua. Cuando
vuelven, encuentran los huesos putrefactos, se los llevan y los pintan",
nos explica Reverte Coma. Van más allá: guardan los huesos en un recipiente y a
veces los incineran. Posteriormente, las cenizas se guardan en una bolsa que
protegerán hasta la llegada de una fiesta en la que las mezclan con bebida.

Y a continuación la ingieren...

"Por qué hacen eso? ¿Por qué se comen a sus familiares?", les
preguntó a los nativos Reverte Coma, a quien no se le escapaba que aquello no
era sino una forma de canibalismo.

"Bueno -le respondieron-, es mejor que lo que hacen ustedes, que dejan que
se los coman los gusanos".



María Parente/Roberto C. Mirás -
"Enigmas"




Categoría: Articulos varios | Agregado por: ADMINISTRADOR (08.de Octubre.2011)
Vistas: 934
Total de comentarios: 0
Solamente los usuarios registrados pueden agregar comentarios.
[ Registrarse | Entrada ]