El Hombre es cuerpo y Mente - M.Bajos
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M.Bajos



Partiendo de la concepción holística del ser
humano, el hombre es cuerpo y es mente, no podemos desligar
las dos caras de la misma moneda, es importante considerar la globalidad de la
persona.



Estos dos factores, cuerpo y mente, están
íntimamente interrelacionados y la alteración de uno de ellos conlleva a
menudo, la afectación del otro.


La cantidad de evidencia a favor del impacto de los factores psicológicos sobre
la salud, es cada vez mayor. La conducta humana (lo que piensa, siente o hace
un sujeto) puede ejercer influencia sobre la salud.



Estrategias inadecuadas de afrontamiento de situaciones estresantes, estados de
ansiedad, deterioro del funcionamiento social normal, etc. Son formas que
tienen que ver con esa inevitable interrelación cuerpo-mente en los procesos de
salud-enfermedad.


La somatización es el idioma con el
que las personas con problemas emocionales y psicosociales articulan su
malestar, a través principalmente de síntomas físicos, para los que no se
encuentra una explicación médica suficiente; o si la hay, los signos
encontrados no son en ningún modo proporcionales a las quejas del sujeto.






En el caso de la ansiedad, es fácil que la persona que la padece, exteriorice
inconscientemente algunos síntomas físicos y que en un principio desconozca la
relación entre su estado ansioso y los mismos. Por ejemplo, algunos síntomas
podrían ser sequedad en la piel, ronchas, picores, contracturas, sequedad de
boca, caída del cabello, tensión muscular, etc.




Entender que existe una relación entre síntoma y
estado psicológico es primordial para el tratamiento de ambos.



En mi experiencia como fisioterapeuta he tratado
con muchos problemas musculares (sobretodo relacionados con contracturas
cervicales, pinzamientos y tendinitis de hombro y codo) originados
principalmente por un estado psicológico de estrés o ansiedad. En fisioterapia
se pueden tratar los síntomas (inflamación y dolor), pero no se puede tratar el
origen del problema. Así pues, el tratamiento físico exclusivo fracasa ya que
el factor desencadenante persiste.


El tratamiento holístico parece un ideal hoy en día, es difícil comprender que
nuestra afectación física es debida a algo tan "abstracto” como el estrés por
ejemplo. Pero en realidad, considerar las dos partes del ser humano es la clave
para controlar algunas dolencias físicas que en algunos casos, lamentablemente,
impiden al individuo llevar una vida normal.



Hemos nombrado el estrés, una palabra que a todos nos es familiar y que
incluso, posiblemente, repetimos en más de una ocasión a lo largo de nuestra
vida ("estoy estresado/a”, "¡qué día tan estresante!”, "me estreso con tantas
cosas”, etc.).




Cierto, hablamos de estrés constantemente, las
tareas en el trabajo, las obligaciones familiares, las exigencias que nosotros
o el entorno nos "impone”, crean estrés. El estrés
es una reacción fisiológica del organismo en la que entran en juego diversos
mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como
amenazante o de demanda incrementada. El estrés es una reacción natural, sin
estrés no podríamos reaccionar ante un peligro ni responder ante los retos que
nos encontramos en el día a día. Pero el estrés excesivo sí puede convertirse
en patológico y originar serios problemas de salud, por ejemplo, tal y como
explicamos hoy en este post, a modo de dolencia física (cefalea, problemas
digestivos, caída del cabello, contracturas musculares, etc.). Del mismo modo,
estos síntomas físicos, pueden incrementar la sensación de malestar que padece
el individuo, y con ello los pensamientos que alimentan el estado de ansiedad
en el que se encuentra, convirtiendo así la situación en aún más estresante.



Así pues, la interacción cuerpo-mente es una vía
de doble dirección. No solamente pueden contribuir los factores psicológicos al
inicio o al agravamiento de una amplia variedad de trastornos físicos, sino que
también las enfermedades físicas pueden afectar al estado psíquico de una
persona.


En cuanto a los recursos personales necesarios para hacer frente a todo ello,
el desarrollo de la inteligencia emocional en sus cinco pilares básicos
(autocontrol, automotivación, autoconocimiento, empatía y habilidades sociales)
puede ser, tal y como hemos anunciado en post anteriores, la clave para
obtenerlos. Afrontar las situaciones del día a día haciendo un buen uso de
estos recursos personales fruto del trabajo en psicoterapia, puede ayudarnos a
reducir estados de estrés y ansiedad y las repercusiones psicosomáticas que
conllevan.



No lo olvides:
cuando el cuerpo habla, escúchalo.




Categoría: Cuerpo y Mente | Agregado por: ADMINISTRADOR (20.de Julio.2011)
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