El amor como adicción...
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Es sorprendente que los seres humanos a veces llamemos amor a las emociones y

conductas más extrañas y desviadas. Algunas personas confunden el amor con la
posesividad más destructiva, y otras se sienten enamoradas de personajes
egocéntricos que les reportan casi puros sufrimientos y malos tratos. Cientos
de veces tratan de arrancarse de ellos, para volver otras tantas a buscarlos.
Todos tenemos cosas que ocultar en nuestra vida amorosa. El problema surge
cuando no son actos esporádicos, sino hábitos permanentes. Si compulsivamente
damos todo por el otro, incluso la propia cordura, y creemos que esta penosa
autodestrucción es un acto amoroso, ha llegado el momento de preguntarse: ¿es
amor o es adicción?

La intensidad de la adicción en el amor suele estar en directa proporción a la

profundidad de necesidades afectivas básicas mal resueltas en la infancia. Al
igual que en las adicciones al alcohol o a las drogas, la dependencia llevada
al extremo de ceder el control de la propia vida a algo o alguien fuera de uno
mismo, está basada en algún tipo de miedo. Miedo a sufrir, al fracaso, a la
soledad, a la rabia, a la culpa, a decepcionar o a morirse. Los amantes se
apegan uno al otro, cegados por la ilusión de que la relación amorosa de alguna
manera arregla sus miedos.

Llamamos relaciones adictivas a aquéllas que son
laberintos sin salida o historias que sólo pueden terminar mal. O a aquéllos
insistentes apegos a personas inalcanzables e incapaces de comprometerse, o que
ya están comprometidos. O a relaciones que carecen de lo que uno o ambos
miembros de la pareja necesitan: amor, ternura, sexualidad, honestidad, apoyo
emocional. Y, en los casos más extremos, a relaciones que son campos de batalla
donde la rabia y el abuso predominan.

En las relaciones adictivas, el te necesito, propio de
todo vínculo amoroso, se convierte en demanda obsesiva o en pánico permanente
frente a una posible pérdida. Si, por agotamiento, se dan pasos para terminar
ese dañino lazo, los amantes sufren agudos síntomas de privación. Al igual que
en las adicciones a sustancias químicas, se observan síntomas síquicos
angustia, insomnio, desesperación y físicos opresión al pecho, sudoración,
mareos, jaquecas, que sólo se alivian cuando se restablece el contacto con el
ser amado. Permanecer en relaciones destructivas puede ser dañino para la
salud. Sin embargo, no todo es tan negro y sombrío. Terminar una relación
amorosa enfermiza es difícil pero no imposible. Algunos lo logran por sí
mismos, otros requieren de ayuda. Lo importante es que usted se dé cuenta de
que quién le quita su autoestima no va ser el que se la devuelva. Al contrario,
en cada intento por restituir la dignidad perdida, quedará más dolido y
devaluado. No gaste más tiempo ni energía. Atrévase, pierda el miedo. No sólo
va a sobrevivir, sino que experimentará un intenso alivio. Se lo aseguro.
Porque eso no es amor: es adicción.

Mucha gente racional y equilibrada establece, a pesar de sí misma,
relaciones amorosas adictivas que sólo les reportan sufrimiento.
Infructuosamente tratan de romper con su pareja, convirtiéndose ésta en una
prisión de la cual no logran escapar. Se sienten invadidos por la angustia
frente a la más mínima señal de abandono. El miedo a la soledad los paraliza y
pagan cualquier precio con tal de evitar la ruptura. Si usted ha malgastado
suficiente tiempo en tratar de cambiar a quien sistemáticamente lo daña o
rechaza, he aquí algunas sugerencias prácticas que pueden ayudarlo a romper las
cadenas.
La primera tarea es comprender que el costo de mantener la ilusión de que lo
aman lo está llevando a la ruina, en términos de respeto por sí mismo,
autoconfianza y salud mental. Las personas atrapadas en el mal amor tienden a
hacerse trampas a sí mismas con tal de permanecer en una relación que va en
contra de su sanidad. Se convencen de que lo que tienen es mejor que nada, de
lo mucho que perderían si se quedaran solos y de varias otras consideraciones
prácticas. Familiares y amigos, cansados de verlos sufrir, ven cómo sus
intentos de hacerlos entrar en razón se estrellan contra creencias
profundamente arraigadas que reflejan miedos impermeables a todo argumento racional.
Me quedaré solo para siempre, a pesar de todo, lo quiero o no puedo vivir sin
él (o ella), son frases típicas que invitan a reflexionar sobre el abuso que se
hace de la propia inteligencia en la creación de razones para seguir con la
pareja. Es importante identificar de dónde proviene el hambre de afecto que le
impide dejar la relación. Conviene escribir todas las situaciones y
sentimientos que acompañan la relación amorosa. Esto le permitirá apreciar más
objetivamente la frecuencia y forma de los sinsabores que, desde hace tanto
tiempo, soporta. Descubrir conductas que se repiten una y otra vez, posibilita
sacar conclusiones y asociarlas con relaciones amorosas anteriores. También le
protegen de seguir autoengañándose. A continuación, haga conexiones entre el
niño que usted fue y la inseguridad que siente cuando su pareja se aleja.
Pregúntese desde cuándo lo acompaña la angustia que la relación, por mala que
sea, le ha permitido mantener enterrada. Cierre los ojos y piense en lo que ve
y en cómo representa usted su propio vacío. Intente descubrir los miedos que la
ausencia del otro desatan. Por último, busque redes de apoyo emocional. Amigos
y familiares podrán sostenerlo en los amargos momentos de la ruptura. Terminar
es difícil, despierta sentimientos de desamparo y acabo de mundo, y la soledad
es mala consejera. Quienes lo quieren de verdad podrán ayudarlo y reflejarle
situaciones autoengañosas que la angustia le impide ver.
Permanecer en una relación insatisfactoria es una tragedia personal, que destruye
la opción futura de un amor nutritivo. Romper las cadenas de un amor obsesivo
puede ser tan complejo como salir del alcoholismo. Al igual que en éste, la
larga travesía comienza con reconocer que se está insanamente enganchado y
termina con la alegría que reporta recuperar el control de la propia vida.
Poder decir con alivio: no era amor, era adicción.
Categoría: Notas | Agregado por: ADMINISTRADOR (03.de Octubre.2011)
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