El Dolor
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El Dolor



Dice el
diccionario: " Sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo
causada por ciertas lesiones o algunos estados patológicos // Sentimiento
aflictivo comparable al dolor y que se padece en el ánimo"

El dolor está consubstanciado con nuestra vida humana en forma tal, que creemos
que debe, ineludiblemente, ser dolorosa. Creer esto significa ignorar el amor y
la justicia de Dios, pues la vida humana es un medio que Él nos proporciona
para poder obtener el progreso espiritual que necesitamos, y el dolor es, en
cambio, producto de la acción realizada en oposición a la ley del amor.

El dolor puede ser, moral o físico, pero en ambos casos es un síntoma, un
llamado de atención que recibimos a fin de atender nuestra salud, física o
espiritual. Si desatendemos ese llamado, si no procuramos descubrir la causa
del dolor que nos aqueja, el mal se agrava y el dolor, necesariamente se
intensifica, porque la finalidad del dolor no es castigar sino señalar un mal,
sea éste un mal físico o un mal espiritual y hacernos reaccionar para atender
ese mal .

Si vivimos siempre en armonía con la ley Divina, tanto en el aspecto físico
como en el aspecto moral, la vida humana no estaría como está, acosada por toda
la gama del dolor; pero hemos desoído la voz de la conciencia y no quisimos
detenernos a discernir sobre lo que debíamos y no debíamos hacer.

La ley de la vida recoge hasta la mínima vibración del bien y del dolor que
causamos o deseamos causar a otros (ley de causa y efecto), y esas vibraciones
retornan, antes o después, a su punto de origen, es decir, a nosotros.

No debemos rebelarnos ante las pruebas dolorosas, debemos analizar las
circunstancias que rodean a las mismas a la luz de los conceptos espirituales
que estamos recibiendo. Comprenderemos así la causa y la finalidad, y
conociéndolas estaremos en mejores condiciones de eliminar ese dolor de nuestra
vida.

En cambio si nos rebelamos las pruebas dolorosas no pueden cumplir con su
finalidad y en consecuencia deben repetirse y cuanto más nos rebelamos con más
intensidad recibimos las pruebas y ello no será castigo sino amor, pues a pesar
de nuestra rebeldía la ley nos sigue dando la oportunidad de superar.

La ley nos da las oportunidades que necesitamos, una y otra vez, a fin de
superar las pruebas necesarias para nuestra evolución y progreso.

Sabiendo que el dolor es siempre efecto de una causa que nos pertenece, no nos
resulta difícil, mediante el permanente análisis de nosotros mismos, llegar a
conocer la causa de nuestros dolores, físicos o morales, y esforzarnos en
remediarla, sin olvidar nunca que las leyes divinas son exactas y perfectas y
no nos premian ni nos castigan; el bien y el dolor que llegan a nuestra vida
son un bien y un dolor que, habiendo en algún momento emanado de nosotros,
retornan ahora a nosotros.

Debemos repetir que ningún dolor llega a nuestra vida que no corresponda, y
llega en las condiciones para la cual estamos preparados. Ninguna condición de
dolor puede ser superior a nuestras fuerzas por que esa es la justicia de la
ley divina. No olvidemos que las leyes responden siempre de acuerdo con nuestro
punto evolutivo.

Nadie que nos desee un mal puede interferir en nuestras vidas si ese mal no
corresponde ser vivido. Nada pueden hacernos que no hallamos merecido por
nuestro accionar en contra de la ley del amor. Debemos tener la absoluta
certeza que esto es así, pues es la manifestación del amor divino a través de
sus leyes.

Si la ley responde solo con hechos felices y aparta de nosotros el dolor, no es
amor, pues la superación de los hechos dolorosos es la que nos purifica, la que
nos permite avanzar en nuestro camino a la perfección.

Muchas veces pasamos por hechos felices que nos alejan del dolor y nos ayuda a
persistir en nuestro camino espiritual.

No nos apartemos de nuestro camino, tratemos de superar los dolores que nos
permite aliviar nuestro "lastre” de vibraciones negativas..

Esto quiere decir que al momento de encarnar tenemos un punto evolutivo
logrado; si luego en esta encarnación solo nos rodeamos de vibraciones
negativas por nuestras malas acciones o nos rebelamos y nos apartamos del
camino espiritual, para lograr nuevamente el punto que habíamos tenido al
comenzar la encarnación, deberemos primero limpiar todas esas vibraciones
negativas para poder estar en ese mismo punto.

Esto significa que necesitamos mucho más tiempo, solo para lograr el punto
anterior a nuestro desvío, y por lo tanto un retraso en nuestra evolución y
progreso.

Debemos entender que el amor divino no permite jamás que llegue a nosotros un
dolor que no corresponda.

Vemos, así, que necesario es lograr vivir los conceptos espirituales, es decir,
lograr la verdadera Conciencia Espiritual, que nos ayuda no solamente a
conocernos a nosotros mismos, sino también a evitar futuras experiencias
dolorosas.

No nos apartemos ante el dolor de los demás. Pensemos que si teniendo
conciencia espiritual cuesta muchas veces no rebelarse ante el dolor, que queda
para nuestros hermanos que no lo tienen. Acerquemonos a ellos con los brazos
abiertos, con una palabra cariñosa, con una sonrisa, con un gesto cordial,
escuchemos sus desventuras, ayudemos con un pensamiento positivo, con palabras
de alivio. Todos somos espíritus en proceso de evolución y progreso.

Sabemos que el dolor es la respuesta a nuestros pensamientos, a nuestros
sentimientos y a nuestros hechos negativos, por lo tanto debemos analizar muy
bien nuestros pensamientos, nuestros sentimientos para que no den lugar a un
hecho negativo que luego se traduce en dolor para nosotros.

La ley siempre utiliza todo en positivo, aun los hechos negativos, en este caso
para permitir a otro ser pasar las pruebas necesarias para su evolución y
progreso, pero eso no impide que constituya para nosotros una deuda con la ley
del amor.

Si no nos apartamos del camino del bien, si vivimos de acuerdo con la ley
divina, jamás hemos de sufrir guerras, temores, enfermedades y miseria, y la
vida de relación, organizada con verdadero sentido fraterno, no privará a nadie
de lo necesario ni permitirá el despilfarro de lo que otros pueden necesitar.

No existiendo el egoísmo ni la ambición y viviendo en verdadero amor fraterno,
nadie pretenderá acaparar bienes ni enriquecerse a expensas del sacrificio o la
miseria de otros; toda necesidad recibirá inmediata ayuda y la prosperidad será
común a todos y no privilegio de algunos. Tengamos siempre presente que
viviendo en el amor se recibe felicidad; pero viviendo en el desamor y el
egoísmo, ineludiblemente se recibe dolor.



 Fuente: Amanecer espiritual




Categoría: Notas | Agregado por: ADMINISTRADOR (24.de Junio.2011)
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