Compartelo en facebook ETAPAS DEL AMOR El nacimiento del amor La química del amor El código genético del amor Después de la pasión ¿Se muere el amor?
El nacimiento del amor
Al enamorarnos
ocurren una serie de cambios bioquímicos y psicológicos en nuestro organismo.
¿Qué es lo que establece el denominado "flechazo"?, porque todos
sabemos que existe como un sonar, un radar que envía y recibe algún tipo de
señales que permite el intercambio entre dos personas aún antes de hablarse.
En algunos casos, en el momento en que dos personas se conocen, se despierta un
interés mutuo y se desata de súbito un mecanismo de seducción. Hay sugestiones,
lenguaje corporal, miradas y otras conductas que pasan por cambios en la piel
(sonrojo), alteración del pulso, en los olores del cuerpo y cambios de
actitudes en la forma de ser de cada uno. Conductas y procesos que son, tanto
animales, biológicos, químicos y psicológicos, como procesos humanos
estratégicos, cognitivos, donde interviene el pensamiento y la plena
conciencia.
La química del amor
¿Será verdad
aquello de que lo nuestro es pura química...? Pues, las investigaciones de los
psicólogos evolucionistas americanos, apuntan en esa dirección.
El amor, en sus estelares momentos iniciales, se manifiesta como una atracción
que reúne una serie de características que tienen que ver con la bioquímica del
organismo. Una sustancia en nuestro cerebro denominada feniletilamina obliga la
secreción de la dopamina o la norepinefrina, que por sus efectos se parecen a
las "anfetaminas", las cuales producen un estado de euforia natural
cuando estamos con nuestra pareja.
El código genético del amor
En esta etapa
inicial del amor, actúan decodificadores genéticos que marcarían las fases
iniciales descritas. El imperativo genético de la ley de conservación de las
especies, obliga a los animales machos a procurar sembrar su semilla en el
mayor número de hembras que pueda. Por su parte, la hembra tratará de tener
cachorros en igual proporción. De acuerdo a los psicólogos genetistas, en el
ser humano -aunque sociabilizados- esta ley también actúa. Por esta razón, se
dispararían las sustancias químicas cerebrales que generan la atracción y el
deseo de estar juntos. Significa entonces, que el amor surge como una necesidad
de conservación de la especie humana. El fin último que se perseguiría de la
atracción sexual, sería el de procrear.
Por otra parte, también explicaría la tendencia a la infidelidad. En estudios
acerca de ésta en los EE.UU., se descubrió que las mujeres americanas tienden a
ser más infieles durante el período de ovulación, a pesar de estar conscientes
de que ese es el período de mayor riesgo para salir en estado. Por lo que se
supone que el imperativo biológico juega un papel importante en el deseo sexual
de los seres humanos
Después de la pasión
La segunda
fase del amor, comenzaría precisamente cuando se cumplen los objetivos
genéticos de tener los hijos y de asegurar su sobrevivencia inicial.
En esta etapa cambian los patrones bioquímicos cerebrales. En lugar de
"anfetaminas" el cerebro segrega ahora drogas "narcóticas":
Las endomorfinas y las encefalinas que le dan a las personas gran seguridad,
calma y paz espiritual.
Estas drogas -"narcóticas" por supuesto- bajan la pasión.
Circunstancia que explica además, la primera crisis, que se produce a los tres
o cuatro años de estar juntos la pareja.
La explicación inicial para los defensores del amor bioquímico, es que las
"anfetaminas" naturales ya no producen el efecto de euforia -léase
pasión- del amor. Para ellos, el amor es un mecanismo evolutivo para mejorar
los genes y lograr la supervivencia de los más aptos y capaces. Cuando ya se ha
logrado el objetivo de procrear o se ha fallado en el intento, la pasión baja.
A los tres o cuatro años de vida en común de las parejas, sólo existen dos
posibilidades: Que hayan tenido hijos o no. En el caso de no nacer los hijos,
habría una contradicción entre lo deseado socialmente y lo mandado
genéticamente. De no haber hijos, el cerebro inhibiría las sustancias que
promueven las primeras fases del amor con su pareja "fallida" y
tendería a desarrollarlas en presencia de terceras personas, fomentando así la
infidelidad o la separación de la pareja.
Por el lado contrario, si se han tenido hijos, la crisis se generaría -en
concordancia a esta teoría evolucionista- porque el hombre tiene el mandato
genético de lograr el mayor número de hijos posibles y muy probablemente ambos
decidieron, después de dos o tres hijos, no buscar más.
Este es un momento muy importante que tiene que reconocer la pareja, porque
entendiéndolo se puede evitar que muera el amor.
¿Se muere el amor?
Pues, depende.
Luego de la fase del enamoramiento frenético, hasta cierto punto irracional, se
pasa a un amor más seguro y racional, en el cual no necesariamente se pierde lo
pasional sino que se modifica.
El haber vivido juntos unos años desarrolla la intimidad, que es el fundamento
de toda relación afectiva. Es el lenguaje de la confianza en el otro.
En la intimidad, se impone el pensamiento, el amor humano sobre el genético.
Implica un trabajo a ejecutar. Tenemos que contarle al otro quiénes somos y
para ello debemos darnos cuenta primero qué nos pasa, qué sentimos, qué nos
pone tristes o alegres. Hay que aprender a mostrarnos para que nuestra pareja
también lo haga, tanto en el aspecto físico como en el de comportamiento.
Buscar amistad, sinceridad, integridad, calidez, simpatía, valor, ternura,
inteligencia, intereses comunes y compañerismo, es fundamental para desarrollar
la intimidad.
Es como si la intimidad junto al amor desplazaran a la intensidad del deseo
sexual y erótico. En este momento, se corre el riesgo de que la rutina se
instale y se pierda la capacidad de seducción al otro. Por ello es
indispensable, además del uso de prendas íntimas sugestivas y el mantenerse atractivos,
seguir siendo pareja, salir juntos los dos. Es necesario preservar espacios de
tiempo y físicos para la privacidad. Hay que conservar la capacidad de
sorprender al otro desde cualquier punto de vista, bien sea exitándolo,
divirtiéndolo, alegrándolo, emocionándolo y siempre con originalidad. Abrirnos
desde dentro hacia afuera, porque es el momento de la intimidad. De esta manera
es probable que la pasión continúe hacia el futuro. Más no olvidemos que la
vida cambia. Mantener todo como en el principio es una ilusión. Debemos
comprenderlo y entender que el amor pasa por sus fases y que nuestro compromiso
de verdadero amor con nuestra pareja, supone hacer todo lo posible para
mantener -además del sentimiento afectivo- el objeto de deseo sexual y erótico.
Al fin y al cabo, es la persona que escogimos para vivir.
Los hindúes plantean que nunca habrá en una vida el tiempo necesario para
conocer íntimamente a su pareja. Siempre se podrá innovar y descubrir secretos,
si hay la voluntad y el amor al ser querido.
Si decidiéramos cambiar de pareja, sólo por sentir otra vez la pasión, no
olvidemos que una vez más volverá a repetirse el ciclo. Una y otra vez
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