Compartelo en facebook
¿CÓMO APARECE LA ENFERMEDAD? La mayoría de las veces empezamos a sentimos enfermos cuando aparecen los primeros síntomas. Sin embargo, todo parece indicar que la disfunción, el desequilibrio, se produce bastante antes aunque no seamos conscientes de ello. Hasta hace poco, sólo unos cuantas enfermedades estaban calificadas por la Medicina como psicosomáticas, es decir, originadas a consecuencia de alteraciones en nuestros pensamientos o emociones. Hoy, sin embargo, los investigadores de vanguardia saben que la mayoría de las enfermedades tienen ese carácter psicosomático. El problema es que la vorágine de la vida nos impide tomarnos el tiempo suficiente para reflexionar y hacer un autoanálisis. En cualquier caso, lo primero que tendríamos que hacer es retrotraernos al momento en que se originó el problema. ¿Dónde estábamos? ¿Con quién? ¿Qué hacíamos? ¿Cuál era el ambiente? Y, sobre todo, ¿cómo nos sentíamos interiormente?, ¿qué sensaciones nos embargaban?, ¿qué sentimientos teníamos?, ¿nos hizo reaccionar así algo que ya habíamos vivido antes?, ¿qué alteración se produjo?... Porque algo debió ocurrir en los días u horas anteriores a la aparición de la enfermedad que nos afectó de manera especial -independientemente de que nos diéramos o no cuenta- y provocó la somatización del conflicto. Algo que desencadenó un proceso imparable provocando una serie de pensamientos que, a su vez, produjeron un estado de ánimo determinado, emoción que alteró de alguna forma la captación de la energía vital -la energía que interpenetra todo nuestro cuerpo vitalizándolo y de la que hace milenios habla la Medicina oriental-, generándose entonces un bloqueo energético que afectó al funcionamiento de determinadas glándulas del sistema endocrino. Glándulas que produjeron una cantidad excesiva -o, por el contrario, insuficiente de hormonas-, que al distribuirse en la corriente sanguínea provocaron disfunciones en algún órgano... apareciendo, como colofón del proceso, la señal de alarma: el síntoma, que puede ser físico o emocional. A fin de cuentas, es en el momento en que aparece el síntoma cuando la persona suele ponerse en marcha para buscar solución. Sin embargo, es fundamental ser consciente de que muchas veces los tratamientos farmacológicos lo único que hacen es combatir los síntomas, minimizando los efectos molestos de la enfermedad, pero no eliminando la causa que la originó, por lo que ésta volverá a aparecer al cabo de algún tiempo cuando las circunstancias se repitan. Por decirlo de otra manera, si estuviéramos ante un iceberg el síntoma sería la parte del bloque de hielo que emerge sobre la superficie del agua; sin embargo, existe una gran masa que no es visible pero que es la base, la "raíz" de lo que puede verse manifestado en el exterior. Y sólo atacando a todo el conjunto se podrá resolver de manera definitiva el problema. Un ejemplo sencillo: ante un fuerte dolor de cabeza podemos recurrir a un analgésico que nos ayude a eliminarlo; y probablemente funcione. Sin embargo, si no identificamos el origen, la causa, la tensión que nos produce el dolor, tomando las medidas para resolverlo, es muy probable que vuelva a aparecer. Sucedería igual que con las terapias psicológicas tradicionales, hoy obsoletas ya que desgraciadamente no implican al enfermo en su propia curación y, por tanto, pueden prolongarse indefinidamente ya que los pacientes esperan que la solución provenga del exterior, esto es, de su terapeuta o de los psicofármacos que le mandan ingerir. Ya los doctores Thorwald Dethlefsen (psicólogo) y Rudiger Dahlke (médico) afirmaban en su conocido libro La enfermedad como camino, tras más de quince años de investigación y experimentación, que "ni los bacilos ni las radiaciones provocan la enfermedad, sino que el ser humano los utiliza como medios para realizar su enfermedad. Al igual que ni los colores ni el lienzo hacen el cuadro, sino que el artista los utiliza como medios para realizar su pintura". Añadiendo que, en su opinión, todo síntoma es un mecanismo de regulación de la Naturaleza que está al servicio de la evolución. Es decir, que se trataría de una señal que emite nuestro cuerpo cuando existe contradicción entre sus impulsos internos y lo que vive en el exterior a fin de que su "dueño" introduzca cambios en su vida. De ahí que ambos investigadores planteen la necesidad de no erradicar los síntomas, sino aliarse con ellos. Es decir, vienen a explicar que cuando un aparato da problemas y se enciende una luz de aviso, rápidamente nos disponemos a averiguar las causas de esa señal de alarma. Sin embargo, cuando eso sucede con nuestro cuerpo intentamos "apagar" esa lucecita de aviso atiborrándonos de pastillas. Y cuando el síntoma ha desaparecido creemos, equivocadamente, que hemos sanado. Sin embargo, poco tiempo después aparece una nueva dolencia que requiere nuestra atención. "En vez de aliarnos con el paciente para combatir los síntomas, como es habitual -dicen Dethlefsen y Dahlke-., abogamos por establecer una especie de alianza con ellos para averiguar qué le pasa al paciente y qué ha causado su aparición". De ahí que ambos doctores alemanes hayan creado un método para entablar "diálogos" con el síntoma mediante varias fases. En una primera, preguntándonos qué es lo que nos sucede, cómo es el síntoma; en la segunda, cómo estamos, cuáles son nuestros pensamientos, nuestras expectativas, nuestros miedos y frustraciones; en la tercera, obligándonos a formular un enunciado escueto pero específico sobre el síntoma; y, finalmente, en la cuarta fase, interrogándonos qué nos impide ése síntoma, qué nos impone, de que nos defiende, qué obtenemos gracias a él, qué precio estamos pagando por ello y si podríamos conseguirlo de otro modo (sin caer enfermo, por ejemplo). ¿APRENDER POR DOLOR O POR COMPRENSION? Decir, para finalizar, que en el último libro publicado por el Dr. Rudiger Dahlke -El mensaje curativo del alma- se intenta ver la enfermedad como un proceso aséptico, sin valorarlo como algo positivo o negativo, explicando que todo dependerá de la actitud que adopte la persona enferma. Según explica, si al enfrentarse a la enfermedad quien la padece la considera una oportunidad, un camino de aprendizaje para ser más consciente, conocerse un poco mejor y, como consecuencia de ello, obtener un mejor partido de sí mismo, aprovechará la enseñanza y no se verá abocado a revivir la misma situación en el futuro. Si no lo hace, el síntoma se irá trasladando de órgano a órgano de forma que la enfermedad aparecerá bajo múltiples formas y, en definitiva, comenzará el peregrinaje del enfermo de especialista en especialista. El Dr. Dahlke lo resume diciendo: "La filosofía de la enfermedad como camino es precisamente aprender de los propios síntomas y crecer. Cualquier falta y cualquier enfermedad ponen de manifiesto los elementos que precisamos para llegar a la perfección, por lo que en realidad son oportunidades para desarrollarnos". Y agrega que la energía que normalmente desperdicia el enfermo, bien culpando al exterior de lo que le sucede, bien lamentándose de su infortunio o esperando a que alguien le cure, podría dedicarla de manera más efectiva y útil a la recuperación del equilibrio perdido. Y no equivoque el lector: no se trata de ofrecer la enfermedad como sacrificio o mantener una actitud de resignación sino, muy por el contrario, de comprensión del proceso que se está viviendo. Porque sólo analizando el origen, los síntomas y las circunstancias estaremos en disposición de entender los porqués y asimilar la experiencia de una forma más positiva. El profesor de Ética F. Sabater dice en su libro Ética para Amador que normalmente no podemos elegir las experiencias que vivimos, pero que sí podemos elegir la actitud con la que las afrontamos. Añadiendo que ése es el máximo ejercicio de libertad. ¿Está usted de acuerdo?. María Pinar Merino
|