¿CÓMO APARECE LA ENFERMEDAD?
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¿CÓMO
APARECE LA ENFERMEDAD?



La
mayoría de las veces empezamos a sentimos enfermos cuando aparecen los primeros
síntomas. Sin embargo, todo parece indicar que la disfunción, el desequilibrio,
se produce bastante antes aunque no seamos conscientes de ello.

Hasta
hace poco, sólo unos cuantas enfermedades estaban calificadas por la Medicina
como psicosomáticas, es decir, originadas a consecuencia de alteraciones en
nuestros pensamientos o emociones.

Hoy,
sin embargo, los investigadores de vanguardia saben que la mayoría de las
enfermedades tienen ese carácter psicosomático.

El
problema es que la vorágine de la vida nos impide tomarnos el tiempo suficiente
para reflexionar y hacer un autoanálisis.

En cualquier caso, lo primero que tendríamos que hacer es retrotraernos al
momento en que se originó el problema. ¿Dónde estábamos? ¿Con quién? ¿Qué
hacíamos? ¿Cuál era el ambiente? Y, sobre todo, ¿cómo nos sentíamos
interiormente?, ¿qué sensaciones nos embargaban?, ¿qué sentimientos teníamos?,
¿nos hizo reaccionar así algo que ya habíamos vivido antes?, ¿qué alteración se
produjo?...



Porque algo debió ocurrir en los días u horas anteriores a la aparición de la
enfermedad que nos afectó de manera especial -independientemente de que nos
diéramos o no cuenta- y provocó la somatización del conflicto.

Algo
que desencadenó un proceso imparable provocando una serie de pensamientos que,
a su vez, produjeron un estado de ánimo determinado, emoción que alteró de
alguna forma la captación de la energía vital -la energía que interpenetra todo
nuestro cuerpo vitalizándolo y de la que hace milenios habla la Medicina
oriental-, generándose entonces un bloqueo energético que afectó al
funcionamiento de determinadas glándulas del sistema endocrino. Glándulas que
produjeron una cantidad excesiva -o, por el contrario, insuficiente de
hormonas-, que al distribuirse en la corriente sanguínea provocaron
disfunciones en algún órgano... apareciendo, como colofón del proceso, la señal
de alarma: el síntoma, que puede ser físico o emocional.



A fin de cuentas, es en el momento en que aparece el síntoma cuando la
persona suele ponerse en marcha para buscar solución. Sin embargo, es
fundamental ser consciente de que muchas veces los tratamientos farmacológicos
lo único que hacen es combatir los síntomas, minimizando los efectos molestos
de la enfermedad, pero no eliminando la causa que la originó, por lo que ésta
volverá a aparecer al cabo de algún tiempo cuando las circunstancias se
repitan.



Por decirlo de otra manera, si estuviéramos ante un iceberg el síntoma sería la
parte del bloque de hielo que emerge sobre la superficie del agua; sin embargo,
existe una gran masa que no es visible pero que es la base, la "raíz"
de lo que puede verse manifestado en el exterior. Y sólo atacando a todo el
conjunto se podrá resolver de manera definitiva el problema.



Un ejemplo sencillo: ante un fuerte dolor de cabeza podemos recurrir a un
analgésico que nos ayude a eliminarlo; y probablemente funcione.

Sin
embargo, si no identificamos el origen, la causa, la tensión que nos produce el
dolor, tomando las medidas para resolverlo, es muy probable que vuelva a
aparecer.



Sucedería igual que con las terapias psicológicas tradicionales, hoy obsoletas
ya que desgraciadamente no implican al enfermo en su propia curación y, por
tanto, pueden prolongarse indefinidamente ya que los pacientes esperan que la
solución provenga del exterior, esto es, de su terapeuta o de los psicofármacos
que le mandan ingerir.



Ya los doctores Thorwald Dethlefsen (psicólogo) y Rudiger Dahlke (médico)
afirmaban en su conocido libro La enfermedad como camino, tras más de
quince años de investigación y experimentación, que "ni los bacilos ni
las radiaciones provocan la enfermedad, sino que el ser humano los utiliza como
medios para realizar su enfermedad.

Al
igual que ni los colores ni el lienzo hacen el cuadro, sino que el artista los
utiliza como medios para realizar su pintura"
.

Añadiendo que, en su opinión, todo síntoma es un mecanismo de regulación
de la Naturaleza que está al servicio de la evolución.

Es
decir, que se trataría de una señal que emite nuestro cuerpo cuando existe
contradicción entre sus impulsos internos y lo que vive en el exterior a fin de
que su "dueño" introduzca cambios en su vida.

De
ahí que ambos investigadores planteen la necesidad de no erradicar los
síntomas, sino aliarse con ellos.

Es
decir, vienen a explicar que cuando un aparato da problemas y se enciende una
luz de aviso, rápidamente nos disponemos a averiguar las causas de esa señal de
alarma.

Sin
embargo, cuando eso sucede con nuestro cuerpo intentamos "apagar" esa
lucecita de aviso atiborrándonos de pastillas. Y cuando el síntoma ha
desaparecido creemos, equivocadamente, que hemos sanado.

Sin
embargo, poco tiempo después aparece una nueva dolencia que requiere nuestra atención.

"En vez de aliarnos con el paciente para combatir los síntomas, como es
habitual
-dicen Dethlefsen y Dahlke-., abogamos por
establecer una especie de alianza con ellos para averiguar qué le pasa al
paciente y qué ha causado su aparición"
.

De
ahí que ambos doctores alemanes hayan creado un método para entablar
"diálogos" con el síntoma mediante varias fases. En una primera,
preguntándonos qué es lo que nos sucede, cómo es el síntoma; en la segunda,
cómo estamos, cuáles son nuestros pensamientos, nuestras expectativas, nuestros
miedos y frustraciones; en la tercera, obligándonos a formular un enunciado
escueto pero específico sobre el síntoma; y, finalmente, en la cuarta fase,
interrogándonos qué nos impide ése síntoma, qué nos impone, de que nos defiende,
qué obtenemos gracias a él, qué precio estamos pagando por ello y si podríamos
conseguirlo de otro modo (sin caer enfermo, por ejemplo).



¿APRENDER
POR DOLOR O POR COMPRENSION?


Decir, para finalizar, que en el último libro publicado por el Dr. Rudiger
Dahlke
-El mensaje curativo del alma- se intenta ver la enfermedad
como un proceso aséptico, sin valorarlo como algo positivo o negativo,
explicando que todo dependerá de la actitud que adopte la persona enferma.
Según explica, si al enfrentarse a la enfermedad quien la padece la considera
una oportunidad, un camino de aprendizaje para ser más consciente, conocerse un
poco mejor y, como consecuencia de ello, obtener un mejor partido de sí mismo,
aprovechará la enseñanza y no se verá abocado a revivir la misma situación en
el futuro.



Si no lo hace, el síntoma se irá trasladando de órgano a órgano de forma que la
enfermedad aparecerá bajo múltiples formas y, en definitiva, comenzará el
peregrinaje del enfermo de especialista en especialista.

El
Dr. Dahlke lo resume diciendo: "La filosofía de la enfermedad
como camino es precisamente aprender de los propios síntomas y crecer.
Cualquier falta y cualquier enfermedad ponen de manifiesto los elementos que
precisamos para llegar a la perfección, por lo que en realidad son
oportunidades para desarrollarnos".



Y agrega que la energía que normalmente desperdicia el enfermo, bien culpando
al exterior de lo que le sucede, bien lamentándose de su infortunio o esperando
a que alguien le cure, podría dedicarla de manera más efectiva y útil a la
recuperación del equilibrio perdido.

Y no equivoque el lector: no se trata de ofrecer la enfermedad como sacrificio
o mantener una actitud de resignación sino, muy por el contrario, de
comprensión del proceso que se está viviendo. Porque sólo analizando el origen,
los síntomas y las circunstancias estaremos en disposición de entender los
porqués
y asimilar la experiencia de una forma más positiva.

El profesor de Ética F. Sabater dice en su libro Ética para Amador
que normalmente no podemos elegir las experiencias que vivimos, pero que sí
podemos elegir la actitud con la que las afrontamos. Añadiendo que ése es el
máximo ejercicio de libertad.

¿Está usted de acuerdo?.



María Pinar Merino 
   

Categoría: Variedades | Agregado por: TerapiasDiarias (04.de Mayo.2011)
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