15 reflexiones urgentes para varones
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 1. Asumirse como hombre consiste, hoy, en desarrollar las
potencialidades humanas del varón
. Varones y mujeres somos expresiones
diferentes y complementarias de una misma esencia, la humana. Y a ninguno nos
está negado –salvo por mandatos culturales- el acceso a todas las sensaciones,
emociones, pensamientos y sentimientos, sólo que los expresamos de manera
distintas según nuestro sexo. Un varón se convierte en hombre a medida que
encuentra su modo auténtico, como tal y como persona, de expresar aquellas
cualidades.



2.  El
machismo es una visión limitada, pobre y precaria de lo masculino.
Es una
manera –construida culturalmente y heredada y transmitida de padres a hijos
durante muchas generaciones- de cimentar la identidad del varón a partir de
unos pocos aspectos (el producir, el proveer, el mandar, el exhibir potencia)
quitados del contexto general del Ser. El machismo confunde esos aspectos con
la identidad total del varón y descalifica al varón que no los pone en primer
plano o que los integra con otros aspectos de sí, como la emocionalidad, la
sensibilidad, la intuición, la posibilidad de cuidar, criar y nutrir, la
receptividad. Como todos los "ismos”, el machismo confunde una parte con el
todo, genera actitudes fundamentalistas, no admite diferencias (lo único válido
es ser "macho” y lo demás debe ser descalificado) y empobrece la vida física y
espiritual de quienes lo encarnan.



3. Cuando el
varón aplica su potencial económico a la
exploración del ser y al mejoramiento
de los vínculos humanos, se produce una ampliación, una profundización y un
enriquecimiento de su masculinidad
. Aunque también ocurre que en muchos
hombres o sectores sociales, el mayor desarrollo económico actúa en función del
fortalecimiento de los rasgos machistas. De este modo es posible observar en
nuestra sociedad frecuentes y claros ejemplos de complicidad y reforzamiento
entre poder social, política, economía y machismo.



4. Los
hombres estamos en deuda con nosotros mismos en cuanto a la
manifestación
de los aspectos negados, ocultos, postergados, marginados o prohibidos de
nuestro ser.
Nos falta mostrar que podemos ser solidarios, cuidadosos,
nutricios, receptivos, espirituales, cooperativos, empáticos, sanadores,
domésticos de una manera propia, diferente de la expresión femenina de esas y
de otras cualidades. Y al hacerlo, ofreceremos a las mujeres nuevos puntos de
encuentro (no de competencia) entre ellas y nosotros.



5. El
desarrollo de la mujer contribuyó a poner en evidencia la pobreza emocional,
las limitaciones y las carencias del modelo masculino tradicional,
pero no
fue el desencadenante, ni mucho menos, de los cambios que algunos varones
empiezan a protagonizar. Sin embargo, dado que varones y mujeres somos dos
expresiones diferentes y complementarias de una misma especie, la humana, es
inevitable que toda transformación en uno repercuta en el otro y en las
estructuras que integramos (pareja, familia).



6. Los
nuevos valores de la masculinidad sólo pueden tener origen, impulso y
desarrollo en quienes más los necesitan: los varones.
Toda transformación
empieza de adentro hacia afuera. Las mujeres pueden acompañar y ser receptoras
y beneficiarias de este cambio, pero no actrices del mismo. Del mismo modo en
que los hombres no hemos sido actores de las transformaciones femeninas.



7. La
mayor transformación que hombres y mujeres podemos
aportar al amor en
esta época es la de vernos y aceptarnos como diferentes
. Diferente no
significa peor o mejor, superior o inferior. Diferente, en este caso, es el que
me muestra una expresión distinta de algo (lo humano, con su conformación
emocional, psíquica, espiritual y física) que puedo reconocer porque me
constituye. El vínculo de amor es una sinergia: la suma de dos energías
diferentes, cuyo resultado es más y es distinto al simple agregado de ambas.
Sólo construido por diferentes que se aceptan y se celebran así, que se
agradecen y se festejan así, el amor puede ser una creación en transformación
permanente. Si los hombres y las mujeres de hoy no podemos explorar nuestras
verdaderas y esenciales diferencias (no las impuestas por los modelos de
género, que son culturales), no podremos transformar el amor y lo habitaremos
como un campo de batalla en el que sólo puede haber perdedores. Nuestra misión
es convertirlo en un campo de co-creación.



 8. Existe
aún una falta de hábito, de estímulo y de permiso en los varones
para
indagar en nosotros mismos, en nuestra condición
. Mientras nos ocupamos de
cuestiones "prácticas” y externas a nosotros, como la política, la economía, la
tecnología, el deporte, etc. hemos considerado la exploración de nuestra
interioridad psicológica y de nuestros vínculos como tarea o categorías
"femeninas”. Por otro lado, algunas mujeres tienen aún poca predisposición a aceptar
la presencia del varón con una mirada diferente y con vivencias y experiencias
intransferibles. Predomina en ciertos ámbitos la idea de que estudiar lo
"genérico” es, ante todo, reivindicar las postergaciones femeninas. Estas
postergaciones son reales y merecen la reivindicación. Pero ello es sólo una
parte de la transformación de los modelos y las relaciones de género. Mujeres y
hombres padecemos juntos, aunque unos tengan mayor conciencia de su propio
padecer. 



9. La
falta de reflexión de los propios hombres (y de muchas
mujeres) acerca
del papel indelegable, irremplazable y esencial del padre
como modelo
emocional, como guía sensible, como liberador de los espacios cerrados del
varón, como habilitador de experiencias, como transmisor de vivencias, como
valorizador de hijas e hijos, es fundacional en la problemática del varón
contemporáneo.
Esa ausencia (que no se suple con presencia física y
autoritaria ni con provisión material de bienes) obliga a los hijos varones a
"hacerse hombres” solos, sin guía ni consejo de hombres mayores, que los
cobijen y eduquen emocionalmente. Convierte a los varones en huérfanos y
analfabetos emocionales, genera en ellos un "hambre de padre” que, silencioso y
permanente, está detrás de sus carencias, dolores, incertidumbres, broncas,
violencia y desencuentros. Sobreponerse a este "hambre” y generar un espacio
paterno y nutricio en su propio interior es tarea urgente, necesaria,
individual y colectiva de los varones adultos de hoy.



10. Todavía
muchas de las mujeres que piden a los hombres que sean más expresivos
, que
hablen de sí mismos, que abran otras puertas de su ser, no aceptan lo que un
hombre tiene para decir.
"Háblame, quiero escucharte y comprenderte”
significa, a menudo, "Decime lo que quiero escuchar”. "Hablame de mí, de lo que
sentís hacia mí”. Pese a sus grandes, profundas y ricas transformaciones, en
muchas mujeres independientes y autónomas persisten expectativas del viejo
modelo e inconscientemente esperan que el hombre sea, ante todo y por sobre
todo, productor, proveedor, protector y potente. Las mismas "Cuatro P” que
atrapan al varón. A muchas mujeres les causa temor e incertidumbre que el
hombre "afloje”. Se sienten desorientadas e inseguras si cuando habla el hombre
habla de sus reales miedos y tristezas, de sus dudas y desconciertos. Y, pese a
todo, muchas mujeres viven aun muy pendientes del hombre, al punto que les
cuesta entender que, muchas veces hay actitudes de éste que tienen que ver con
puestas a punto de sí mismo y no con desprecio hacia ellas.

11. La
transformación y el enriquecimiento de la masculinidad es el más
importante
proceso social posmoderno pendiente
. No se trata aún un fenómeno evidente y
masivo. Pero es imprescindible e impostergable para completar la transformación
de los vínculos humanos en la pareja, la sexualidad, la familia, el trabajo. La
recuperación de la riqueza verdadera de la masculinidad empieza en cada hombre
que comienza a hacerse preguntas y a plantearse dudas sobre sus roles y que,
como consecuencia de eso, comienza a expresar cambios en su modo de amar, de
vincularse con su mujer o con las mujeres, en relacionarse con sus hijos, con
los demás hombres.


12. Para
muchos hombres, sobre todo los más comprometidos con formas machistas de la
dominación y del poder
, no es fácil avizorar el valor y la riqueza de
este cambio.
Se ve en las actitudes de políticos, de hombres de negocios,
de los detentadores de los mandos en la economía, en los deportes, en la
ciencia, en la cultura. Todavía, en nuestras sociedades, se ejerce el poder "a
lo macho”. Sin embargo, hay cada vez más hombres que se sienten prisioneros de
ese poder que ejercen o del que son víctimas directas. Los hombres más
poderosos son, al mismo tiempo, los más inseguros, toda su identidad se edifica
sobre un solo pilar, el poder, y viven con la angustia secreta, permanente y
desgastante del temor a perderlo. No hay alegría, fecundidad ni creatividad en
el poder y en la dominación que ejercen esos hombres.

13. La
masculinidad tradicional con sus mandatos es un factor de riesgo.
Los
hombres que viven apegados a ella tienen que sostenerla a través de falsos
soportes (violencia, alcohol, adicción a las drogas, al sexo, al trabajo,
autoritarismo, deportes y acciones de riesgo). Se tienen que disociar de sus
emociones y sentimientos, tienen que hacer oídos sordos a los reclamos de su
organismo cuando les pide descanso o buen trato. Son productores a destajo (en
el plan profesional, económico, sexual, deportivo, político, etc.) Y mueren
entre 6 y 9 años antes que sus mujeres. En nuestras sociedades hay más viudas
que viudos. Perecemos a causa de una masculinidad tóxica.

14. El
machismo es funcional a los esquemas de poder político, económico y cultural de
la sociedad contemporánea (lo es en Occidente y en Oriente, con características
diferentes, más solapadas o más brutales) y todas las herramientas de ese poder
están al servicio de su mantenimiento, aunque desde el discurso oportunista,
desde las técnicas de marketing y publicidad, desde la manipulación psicológica
(lo que incluye muchas manipulaciones psicoterapéuticas) se intente
disimularlo.
Las grandes industrias del mundo (armamentos, droga,
prostitución, fármacos) funcionan sobre presupuestos ideológicos machistas, la
degradación del medio ambiente y la crisis climática son productos de una
relación machista con la Naturaleza. Mientras no se comprenda y se cree
consciencia sobre esto, y se emprendan acciones, faltará un factor esencial
para transformar la situación.

15. En
la Argentina el machismo puede parecer menos explícito que en otros países de
América Latina, pero está presente con fuerza en la cotidianeidad de los
vínculos, en la política, en los negocios, en el deporte, etc.
Aunque
suelen decir que les gustan las mujeres independientes y autónomas, los hombres
argentinos tienden a preferir que la mujer que está a su lado no sea tan
independiente ni tan autónoma. Hay una cierta descalificación de la mujer en
las conversaciones entre varones, la presencia de ésta en la política y en la
economía es débil, insuficiente y subordinada a los hombres, la educación que
se transmite a los hijos encierra, subliminalmente en las clases media y alta y
de manera explícita en las clases de menor nivel económico y cultural, mensajes
machistas (se valoriza al hombre por su capacidad de proveedor, se lo
descalifica si pierde su trabajo o no consigue otro, se celebra la
multiplicidad de conquistas sexuales en el varón y se ve eso mismo con ojos
sospechosos en la mujer). Si decimos que esta sociedad no es machista, no
haremos una correcta descripción de la realidad y estaremos más tiempo
atrapados en una trampa que nos lastima en primer lugar a nosotros, los
varones.



Sergio Sinay.com.ar
Categoría: Sergio Sinay | Agregado por: ADMINISTRADOR (30.de Septiembre.2011)
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