Compartelo en facebook
La esencia de un Guía es el Amor. Al final no importa como seamos, ni los defectos que tengamos, ni la calidad de nuestros pensamientos, nuestros Guías nos aman y nos aceptan como somos, ellos nos acompañarán siempre en nuestro viaje de aprendizaje por la vida. Nuestros Guías son incondicionales y solo actúan por Amor. Cuando nosotros aprendemos a conducirnos con esa misma esencia, El Amor, estamos agilizando nuestro campo vibratorio, nuestra vibración se asemejará más a la de un Guía. Cuando nos amamos a nosotros mismos, cuando nos aceptamos y perdonamos estamos mejorando nuestra calidad de energía y vibración, cuando amamos a nuestros semejantes, cuando amamos lo que hacemos... cuando tenemos la capacidad de ver el Amor en todo y todos estamos elevando nuestra vibración. Sucederá lo mismo si aprendemos a no detener nuestra atención en los acontecimientos, pensamientos y sentimientos negativos y los dirigimos a todo lo que nos produce sensaciones positivas. La materia que compone el cuerpo humano es un tipo de energía densa que está conectado con un campo sutil que es más elevada y refinada que la materia misma. Cuanto más alto y rápido vibramos, nuestra vibración se acerca más a la vibración de los Guías. Estaremos más dispuestos a la manifestación de los Guías. CURAR EL CORAZÓN El corazón es un órgano vital, esencial para nuestro bienestar físico, emotivo y espiritual. Nos conecta con nuestros ángeles. Cuando nos abrimos a ellos expandimos nuestra capacidad de Amor y compasión. Todo el mundo tiene "problemas” del corazón de vez en cuando, sentimientos tales como soledad, dolor, rechazo y culpa. Al trabajar con nuestros ángeles podemos curar esas sensaciones y desarrollar una mayor autoestima, más aceptación de nosotros mismos y de otros. Todos, absolutamente todos podemos comunicarnos con nuestro ángel de la guarda. Todos, de un modo u otro, estamos dotados para ello. Unos podrás verlo, otros oirán su voz y otros lo captarán mediante su intuición. Incluso los menos intuitivos no podrán negar sus contundentes hechos. Estos seres maravillosos están siempre dispuestos y desearnos ayudarnos, pero no pueden hacerlo si no los invitamos a ello. Tenemos que pedírselo expresamente. Pero cuidado, los Ángeles no son nuestros criados, ni nuestras mascotas, ni tampoco muñecos para ser lucidos en las reuniones sociales. Son seres extraordinarios, muy superiores a nosotros en todos los sentidos y merecen un enorme respeto por nuestra parte. Pero tampoco debemos convertirlos en ídolos. Son nuestros hermanos mayores, cuya percepción supera nuestras tres dimensiones y cuya conciencia está mucho más despierta que la nuestra, están mucho más cerca que nosotros de Dios, de su Padre que es también el nuestro el nuestro. Pidámosle que nos acerquen a El y muy pronto veremos cómo el resultado de su ayuda se hace evidente en nuestras vidas.
|