Cuando un ser amado muere, tendemos a sufrir por dos razones, una porque lo extrañaremos y segunda por que no sabemos como están. Ambas razones es por falta de entendimiento en los procesos evolutivos de las almas.

Ninguna muerte sucede por accidente o antes de lo planeado, el universo tiene un tiempo perfecto para nacer y otro para morir. La muerte es solo una transición del alma a su estado mas puro, se libera de las ataduras del cuerpo y de la tercera dimensión. Sus pensamientos y deseos se vuelven instantáneos, algunos se comunican con sus familiares en la tierra para decirles que están bien, que su alma encuentra la perfección de la vida, que no hay nada que perdonar, pues todo fue perfecto para la evolución de cada uno, ellos solo viven amor, felicidad y expansión aún poco imaginable para nosotros.

Ellos nos escuchan, nuestras oraciones y pensamientos de amor, llegan a ellos con total certeza, no existe el tiempo o distancia, pues su mundo aun no entendemos. Cuando no podamos entender, solo hay que aceptar la perfección del momento, aún doloroso, hay un porque.

Encontrarnos con la muerte, nos enfrenta a la vida, que es lo que hacemos de ella, nuestro tiempo acaba y no se puede desperdiciar en lagrimas, hay que ser felices, crecer en amor, expandir nuestra luz.

Si en tu corazón hay un dolor por la partida de un ser amado, honra su memoria con amor, con tu propio crecimiento, conviértete en una mejor persona después de su partida, ellos serán felices de saber como ayudaron a tu expansión de conciencia.

Todo es amor, es lo único que nos llevamos en el corazón, es lo que no dará un acercamiento a nuestro creador, nos hace ganar el juego de la vida y disfrutarlo. Por eso ama, ama y ama más, todo lo que eres, todo lo que haces, todos los que están en tu vida.

La vida se califica por la cantidad de amor que siembras en los demás y la cantidad de amor que sentiste en tu corazón.