Paciencia todo tiene su Tiempo y su Lugar
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"Un
día llegó a Africa un explorador ansioso por llegar cuanto antes al
corazón del continente. Traía consigo la fantasía de poder encontrar un
gran tesoro, gracias a un mapa que había caído en sus manos años atrás.
Apenas llegó, contrató al mejor grupo de hombres de la zona —a los que
conocían el terreno—, para no perder tiempo, y les ofreció una
recompensa para que caminaran sin parar hasta llegar al sitio donde
estaba el tesoro. Una vez que lo cargaron, la caravana inició
apresuradamente su aventura. Durante varios días el explorador le exigió
a sus hombres que debían mantener el paso; aun cuando se sintieran
cansados, a duras penas se detenían para tomar agua y continuar el
camino. Ellos le obedecieron, hasta que un día se detuvieron, se
sentaron en el suelo y se negaron a continuar. Cuando el explorador les
preguntó qué pasaba, le respondieron sabiamente:
"Hemos
caminado con tanta prisa que ya no sabemos ni lo que estamos haciendo.
Ahora tenemos que esperar a que nuestras almas nos alcancen para
poder continuar”.
He tenido unos días llenos de mucha actividad debido a un proyecto en
el que estoy trabajando; me sentía actuando como con un piloto
automático. Esto me hizo reflexionar acerca de la velocidad con la que
vivimos cada día, tratando de ser más eficientes y productivos haciendo
varias cosas a la vez, como si creyéramos que el tiempo pasa más rápido
de lo que somos capaces de aprovecharlo; sin darnos cuenta de que
exageramos al ocuparnos de tantos asuntos, hablando por el celular
mientras manejamos, y además tratando de encontrar una dirección,
pensando en que tenemos que recoger a nuestra hija del colegio e ir al
banco. Al final del día experimentamos una sensación de cansancio, de
vacío y hasta de un poco de frustración por no haber podido cumplir con
las diez mil cosas que nos habíamos propuesto realizar, y que quedarán
pendientes.
Cuando actuamos de esta manera, no sólo dejamos de
ser eficientes, sino que además perdemos la capacidad de reconocer las
cosas verdaderamente importantes, para poder diferenciarlas de las
urgentes o de las que no son absolutamente necesarias, y así poder
ocuparnos sólo de lo importante, con calma, concentración y excelencia.
Por supuesto, al dejarnos llevar por esta especie de compulsión que nos
lleva a no parar, nos sentimos agobiados, cansados, estresados y
malhumorados. A partir de ese momento nos transformamos, no sólo nos
presionamos a nosotros mismos, sino que comenzamos a hacerlo con los
demás, nos volvemos exigentes, críticos y hasta agresivos, al no poder
cumplir con el exceso de cosas que tenemos pendientes en el momento en
que queremos hacerlo. Y si alguna persona trata de ayudarnos o nos
sugiere que nos calmemos es peor, pensamos que no entiende nada o que
simplemente no le interesa resolver el asunto.
Necesitamos
rescatar el significado de una palabra sencilla, pero importante, que
nos permite recuperar la calma: la paciencia.
Para algunas
personas la paciencia es sinónimo de pasividad, de inactividad, de
indolencia y, por supuesto, de fracaso. Pero en realidad la paciencia es
el antídoto contra el estrés y la pérdida inútil del tiempo, pues nos
ayuda a mantener el equilibrio que nos da la claridad mental para
analizar las cosas de una manera más objetiva, nos permite hacer uso de
nuestras capacidades y de los recursos que tenemos, brindándonos la
capacidad de hacer mejores elecciones para actuar con más eficiencia.
Cuando bajamos la velocidad, el mundo se convierte en un lugar más
amable, las relaciones con los demás fluyen con más comprensión y
tolerancia, disfrutamos de lo que hacemos. Los problemas y el fracaso se
convierten en parte del proceso para crecer y conseguir el éxito.
Recordemos que hay un tiempo para cada cosa y que lo mejor está aún por
llegar.
Claves para manejar el tiempo
Planifica. Toma
en cuenta el tiempo real para cumplir con tus asuntos pendientes y
considera la disponibilidad de las personas con la que necesitas contar
para hacerlo. Usa el teléfono y el Internet; esto te ahorrará tiempo.
Concéntrate en el aquí y ahora. Cada vez que la impaciencia se
manifieste en forma de nerviosismo, pregúntate qué puedes hacer en ese
momento para ser más eficiente. Si se te ocurre algo nuevo, hazlo y si
no, respira profundo y piensa en que ya estás haciendo tu mejor
esfuerzo.
Acepta lo inesperado. No te quedes pegado pensando en
lo que pudiste hacer para evitarlo, ni tampoco profundices en el
análisis de los aspectos negativos de la situación, pues esto hará que
la percibas con más gravedad y que te sea más difícil de asumir y
resolver. Piensa en cómo puedes solucionarla y hazlo.
No
permitas que el estrés se apodere de ti. Si hiciste lo que tenías que
hacer y no lograste cumplir todas las actividades pendientes, no te
preocupes ni te desesperes, siempre habrá otro momento para hacerlo.
Categoría: Maytte Sepulveda | Agregado por: ADMINISTRADOR (05.de Septiembre.2011)
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