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Qué comer de acuerdo a tu grupo sanguíneo Dr. D’Adamo

Los investigadores estadounidenses James y Peter D'Adamo (padre e hijo, respectivamente) argumentan que nuestra buena salud depende directamente de la alimentación que sigamos de acuerdo al tipo de sangre al que pertenecemos, lo cual, incluso, influye directamente en buenos resultados cuando alguien se somete a dieta para bajar de peso. -

Tal vez nunca había pasado por su mente el hecho de que el grupo sanguíneo al que usted pertenezca determina ciertos rasgos de su personalidad o que, es más, el mismo requiere ciertos alimentos para que la salud sea óptima. Por cierto, ¿sabe usted cuál es su tipo de sangre?

Para entender cómo se ha llegado a tal clasificación, es importante recordar que la sangre humana está formada por los siguientes elementos:

    Glóbulos rojos. Células que contienen hemoglobina, sustancia que le proporciona a la sangre el color que la caracteriza, transporta oxígeno desde pulmones a los diferentes tejidos del organismo y elimina algunas sustancias de desecho; como parte de su composición se encuentran ciertas proteínas que reciben el nombre de antígenos, los cuales se subdividen en A, B, O y Rh.
    Glóbulos blancos. Se encargan de proteger al organismo contra agentes infecciosos y/o tóxicos.
    Plaquetas o trombocitos. Su labor consiste en coagular la sangre cuando se rompe alguno de los conductos por las que este líquido transita.
    Plasma. Líquido compuesto de agua, sales minerales y otras sustancias necesarias para el funcionamiento normal del organismo, entre ellas las proteínas denominadas anticuerpos.

Por otra parte, gracias al médico austriaco Karl Landsteiner en nuestros días conocemos la clasificación que se ha hecho de la sangre, de acuerdo al sistema llamado ABO que él creo y por el cual ganó el Premio Nobel de Medicina en 1930. Del mismo se desprenden los siguientes tipos de acuerdo a las características de los glóbulos rojos de cada individuo: A, B, AB (contiene ambos antígenos) y O (no incluye ninguno); investigaciones más avanzadas mostraron que prácticamente toda la población cuenta con un antígeno más al que se denominó Rh, el cual tiene la cualidad de ser positivo o negativo.

Es así que la combinación de los tipos sanguíneos A, B y O, más la característica de su Rh, se desprenden los distintos tipos de sangre a los que pertenecemos. Asimismo, resulta de vital importancia conocer el grupo sanguíneo del que formamos parte, pues en caso de requerir una transfusión de sangre no podremos recibir una clase ajena a la nuestra.
¿Qué sucede con mi tipo?

El doctor estadounidense James D´Adamo, con postgrados en Medicina Naturista, descubrió hace más de 30 años que mientras a algunos de sus pacientes la dieta vegetariana les sentaba estupendamente y mejoraba su salud, a otros parecía no hacerles efecto y a unos más les resultaba un problema.

Lo anterior lo motivó a investigar al respecto, partiendo de que la sangre es la principal fuente de nutrición del organismo, y que dependiendo del grupo al que se pertenezca deben seguirse ciertas líneas de alimentación. Tras algunos años de estudio se dio cuenta, por ejemplo, que las personas que cuentan con el tipo A aceptan muy bien las proteínas vegetales y muy mal las cárnicas, leche y sus derivados; en cambio, quienes tienen el tipo 0 deben basar su dieta en la carne.

Los resultados obtenidos por el Dr. D´Adamo serían la punta de lanza de su hijo Peter J. —también médico de profesión con estudios en Medicina Naturista—, quien estructuró una teoría en la que daba a conocer que el tipo de sangre puede ser factor para desarrollar dos de las principales afecciones del estómago: cáncer, en las del tipo A y úlcera péptica (lesión en al mucosa gástrica) en las personas del tipo 0.

El mismo investigador señalaría que, a su juicio, no seguir una alimentación acorde con el tipo de sangre que se tiene es una de las principales causas del sobrepeso u obesidad de muchas personas, o bien que no logren adelgazar cuando lo intentan. Es importante dejar claro que el propio Dr. Peter J. D´Adamo refiere que no todos los organismos de las personas del mismo tipo son intolerantes a ciertos alimentos, ni que el grado de sensibilidad es igual en todos, y que su obra Los Grupos Sanguíneos y la Alimentación son pautas generales que ofrece tras sus años de estudio clínico.

En seguida presentamos, a grandes rasgos, las directrices que brinda el Dr. Peter J. D´Adamo sobre los alimentos que se sugieren y lo que puede resultar dañinos de acuerdo al grupo sanguíneo.
Tipo 0

Quienes tienen esta categoría presentan, en general, un aparato digestivo muy eficiente, capaz de metabolizar (dar el mejor aprovechamiento digestivo) a proteínas contenidas en carnes magras (que tienen grasa), pescados y mariscos; asimismo, su sistema inmunitario (el que nos defiende de infecciones) es fuerte, pero la actividad de la glándula tiroidea es lenta, lo cual dificultad la regulación de la temperatura corporal; les resulta muy gratificante realizar actividades físicas o deportivas.

Su alimentación puede ser muy variada, como se presenta en seguida, pero deberá tener peculiar atención en los siguientes productos (lo que no se mencionan se consideran neutros):

    Frutas y verduras deben consumirse en abundancia; no obstante, habrá que reducir la ingesta de coliflor, coles de Bruselas y hortalizas como berenjena, papas y camote.
    Se pueden comer carnes magras, pero se evitará la de cerdo y embutidos.
    Son muy recomendables pescados y mariscos, a excepción de pulpo, salmón ahumado y caviar, así como aquellas especies que para su conservación se les debe agregar sal o dejase secar.
    Favorecerán la pérdida de peso algas marinas, sal yodada (de forma muy moderada), pescados y mariscos, hígado, espinacas y brócoli.
    Mantequilla, quesos frescos y de soya son permitidos; deben restringirse leche, lácteos en general y huevos.
    Se excluye todo producto que contenga trigo y se limitarán los que llevan maíz y cereales.
    Se recomienda evitar bebidas gaseosas (sobre todo de cola) y café; prefiera té.

Tipo A

Debido a que las personas con esta clase de sangre tienen un aparato digestivo muy vulnerable, es decir, toleran mal carne, harina de trigo, leche y lácteos, se sugiere una dieta vegetariana rica en cereales y legumbres. Por otra parte, presentan un sistema inmunitario vulnerable, buena adaptación a condiciones ambientales y nutritivas, y la actividad física debe ser menos demandante que el anterior tipo. Tenga cuidado en los siguientes detalles:

    Se aconseja mucha fruta (particularmente piña), cereales, legumbres y verduras.
    Consumir de forma habitual semillas oleaginosas (cacahuate, almendra, avellana y ajonjolí, entre otras) y frutos secos, pero evitando nueces y pistaches.
    Pescado en pequeñas cantidades (carpa, mero, bacalao, merluza, salmón, sardina o trucha), excluyendo el lenguado.
    Poca carne en general (favorece el aumento de peso), y debe evitarse embutidos, alimentos salados o ahumados.
    Se limitará el consumo de leche y lácteos, y se sustituirán con soya y sus derivados.
    Definitivamente, están negados los alimentos precocinados.
    Reducir el consumo de productos a base de harina de trigo.
    Son altamente benéficas actividades físicas relajantes (yoga o Tai-Chi, entre otras).

Tipo B

Tal vez el tipo más abierto a seguir una dieta variada y equilibrada con leche y lácteos; sin embargo, habrá problemas digestivos al consumir carnes de pollo y cerdo, embutidos, mariscos, semillas y frutos secos. Se debe poner atención en:

    Consumir abundantes frutas y hortalizas de hoja verde.
    Ingerir pescado, pero no así mariscos, como camarones, cangrejos, langosta, mejillones, ostiones, almejas, pulpo, anchoas y caracoles.
    Se procurarán huevos, leche y productos lácteos (son bien tolerados).
    Se deben restringir productos a base de trigo y maíz.
    Hay que limitar el consumo de semillas y frutos secos.
    Se aconseja llevar a cabo actividades físicas moderadas y equilibradas, como ejercicios aeróbicos, bicicleta, natación o tenis.
    Vísceras, como el hígado, son perfectamente digeridas.

Tipo AB

El aparato digestivo más frágil de las cuatro categorías, mismo que no tolera carnes rojas, pastas, frijoles, habas y lentejas, así como frutos secos; su sistema inmunitario es vulnerable. Su dieta debe ser mixta y moderada, para la cual será muy útil:

    Limitar el consumo de carnes rojas y evitar a toda costa las ahumadas o en conserva, así como los embutidos.
    Adelante con pescados y mariscos, pero mantenga distancia con langosta, camarones, cangrejos, ostiones, almejas, pulpo, lubina y anchoas.
    Evitar el consumo de productos a base de harina de trigo.
    Consuma leche y lácteos en general, a menos que su aparato respiratorio sea vulnerable, ya que puede generarse producción excesiva de moco que traerá problemas como congestión.
    En abundancia frutas —especialmente ciruelas, uvas y piña— y hortalizas, sobre todo tomate.
    Como aliños o aderezos prefiera grasas vegetales, particularmente aceite de oliva, pero deje de lado el vinagre y pimienta.
    Elimine conservas.
    Preferir las actividades físicas y deportivas relajantes que exijan sólo esfuerzos moderados.

Debemos reiterar que el Dr. Peter D´Adamo es enfático al señalar que los anteriores lineamientos pueden no cumplirse al pie de la letra en todos los integrantes de cualquiera de los grupos sanguíneos, puesto que la tolerancia y aceptación de los alimentos dependerá de cada organismo

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